Como En Casa

Siempre que veo un local de Como en Casa sé que tengo garantía de que sea lo que sea lo que elija será muy rico. He ido a varias de sus sucursales y nunca me defraudaron.
Particularmente esta sucursal es la que más visito. El local, en comparación con otras es más simple pero agradable. Está ubicada en la esquina de dos calles internas del barrio de Recoleta, lo que hace que sus mesitas de la vereda sean muy tranquilas; también desde su interior se ven las calles a través de sus grandes ventanales. Hace un tiempo se expandieron hacia el local lindero multiplicando su espacio.
Lo que siempre se destaca es la heladera de sus tortas, todas atrayentes.
Tienen opciones variadas de combos para el desayuno y la merienda. En esta oportunidad pedimos uno de café con leche y cuadrado de manzana y otro de jarrito y tarteleta de sambayón ambos muy ricos.
La atención fue muy buena, la moza nos orientó muy bien con el pedido.
Hay música suave y wifi.

Este lugar es muy clásico y rico. La decoración no es gran cosa (bien clásico), pero las cosas dulces son riquisimas. Recomiendo el cheesecake con frutos rojos. Tienen unos jugos muy ricos. Los tes que venden son Inti zen. Los precios son un poco elevados, pero vale la pena.

Permitanme hablar de LAS TORTAS de este lugar. Por favorrrr, una locura la calidad y lo ricas que son.
Conoci a Como en casa hace muchos años cuando empezaron con un pequeño local en el barrio de Belgrano, en la calle Amenábar. Era sólo expendio y tenian la fábrica ahi. Con el tiempo se fueron agrandando y abriendo más locales en capital. Hay en calle French, otro en Riobamba, el de Belgrano que quedó de siempre y no se si tiene alguno más. Nunca me quedé a tomar algo, solo fui a comprar tortas que son riquisimas. Una grande promedio está $ ²⁸⁰⁄₃₀₀ y las chicas $ 230, son bastante abundantes en toda la materia prima que usan.
Recomiendo la tarta suiza que viene con muuucho mouse de chocolate, base de brownie y merengue italiano, amo el mousse asi que es mi preferida :)

Me gusta el exprimido de maracuyá y naranja, por lo demás el local tiene un diseño espartano, pero algunas mesas buena vista hacia la calle. Tiene mesas en la vereda. El pie de maracuyá está rico. El tiempo de atención es dispar, puede tocarte alguien ágil para atender o amargarte por la demora. Buen lugar de paso.

Como en Casa tiene varias sucursales, y todas prometen más de lo que dan. Este evidente éxito del branding no encuentra correlato en sus platos, ni en sus meriendas, y mucho menos en su té. El café zafa porque tienen Nespresso, pero el resto es un poco genérico, y no tiene nada de especial que le de «ese toque hogareño».
La atención es amable aunque lenta, el café –como adelanté– muy rico, los tostados son simples y poco destacables. La última vez que fui tenía antojo de algo dulce y pedí una torta tipo lemon pie que tenía TODO el aspecto, pero nada de sabor. Un poc desilucionante. Todas las tortas tienen muy buena pinta, pero sólo puedo hablar por esta en relación a lo corto que queda el sabor en función de su aspecto.
Es una buena opción si estás en la zona y tenés que hacer tiempo con un libro, pero como lugar «para ir a merendar/​desayunar» ex profeso, no es la mejor de las ideas.

Es más lindo de afuera que de adentro, y no le llega ni a los tobillos al de Riobamba, que es mi preferido. El de Libertad es muy lindo también, pero con éste se descuidaron un poco. En general la onda de éste café es bien sencilla. El toldo parece ser la fórmula mágica que hace «más lindos» o interesantes a los locales. Éste por adentro no dice nada, salvo la heladera donde están los postres y tortas que dicen todo.
Lo que garpa son las mesitas afuera, desparramadas en ésta esquina tranquila de Barrio Norte. Lo que si merece ser destacado es la buena onda del personal, a diferencia de otros locales. Siempre fue una de mis quejas, que incluso hizo que por un tiempo no fuera. Acá los pibes son atentos y bien predispuestos.
La carta y el servicio es el mismo que en el resto, hasta quizás un poco mejor. Pareciera ser que los sándwiches vienen con más relleno y las ensaladas más completas. Muero por la de salmón con verdes, palta, tomates confitados y brie, creo que no hay combinación más perfecta. Las tartas y el strudel salado le siguen en puntaje.
La mayoría igual va, o los conoce, por sus tortas. En ésta categoría tienen mil variedades, pero por experiencia propia recomiendo la de ricota, el cheesecake, el pie de maracuyá-​con masa liviana– y Otoño, con frutos secos. También tienen buenos desayunos armados. Precios no tan felices, pero accesibles para un «cada tanto».

Bueno, este es mi lugar de tomar el desayuno favorito, porque me queda a pasitos de mi casa y porque amo que tenga lugar adentro para sentarse cerca del ventanal (por si hace mucho frio o mucho calor pero puedas mirar la gente pasar) o en la vereda.
Todo lo que preparan ahí es riquísimo y siempre está fresco. Se destacan por las cosas dulces, tortas despampanantes, cuadraditos de distintas cosas como coco o pastafrola, etc.
El café es riquísimo y las opciones de desayunos ya armados son muy buenos con respecto a la cantidad, no te vas a quedar con hambre ni ahí.
Los precios son bastante acordes al resto del barrio, pero no es baratísimo. Siempre tienen los diarios del día y varias revistas y podés pagar con cualquier tarjeta.
La atención es muy buena y nunca tuve que esperar demasiado.
Hay muchas opciones saludables para comer al medio día, o para brunchear algun sábado que te levantaste temprano. Queda justito en la esquina así que da bastante el sol todo el día!