Preciosa excursión la que hicimos al museo de Olé Bull en Lysoen(Bergen). A pocos kilómetros al sur de la ciudad se encuentra esta isla medio privada, la cual fue escogida por el excéntrico artista del siglo XIX, para construirse una«casita», o mejor dicho palacio, de diseño y que recuerda a los edificios ortodoxos de la Rusia zarista. La casa es una pasada, vale la pena el viaje en barco hasta la isla(no se puede llegar de otra manera) y patear un poco por sus espesos caminos, llenos de vegetación salvaje. En la isla no hay nada más que la casa, pero es recomendable llevar calzado de montaña y subir hasta el punto más alto, desde el cual puedes ver la costa y las múltiples casitas de colores que asoman, preciosas, entre los árboles. De la casa y de cómo el artista se arruinó varias veces te lo contarán todo allí las guías, la entrada eran unos 10 euros para adultos y niños gratis. Se ve que este señor era un prodigioso de las cuerdas, pero también de gastar dinero y conquistar mujeres. Enamoró a Isabel II, que le pidió que entrara en la armada española, tuvo tropecientos hijos, varias esposas y viajó por todo el mundo en su intensa y larga vida(murió a los 70 años). Su descendencia americana donó la casa y sus enseres al gobierno noruego para que lo convirtiera en exposición. Molaría más que fuera gratis, pero suponemos que mantener aquella preciosidad no será regalado.