Oki Sushilounge

Este restaurante era un misterio para mí, yo pasaba y pasaba y siempre lo veía vacío, me llamaba la atención porque estaba muy bien decorado y se me antojaba entrar pero como que no me animaba. Finalmente un día fuimos a comer ahí y nuestras visitas se volvieron tan regulares, que cuando nos sentábamos, el mesero en lugar de preguntarnos qué íbamos a pedir nos recitaba la orden de siempre solo para confirmar, lo que pensé que solo pasaba en las películas.
Su buen servicio y excelente sabor, además de buenos precios, nos engancharon, además del lugar que originalmente tenía una zona de mesas típicas además de un área de sillones con mesas bajitas en donde también te podías sentar a comer o donde podías disfrutar de un martini o cualquier otra bebida y que estaba muy bonita.
Después de unos años dividieron ese local y se quedaron solo con la mitad y, aunque el sabor seguía siendo el mismo, el lugar perdió un poco su encanto original y dejamos de ir con tanta regularidad.
En cuanto a la comida: la entradita que te sirven de calamares me fascina, muy recomendable el yakimeshi mixto, el salmón, los tekamakis para que los niños aprendan a usar los palitos y que son rollitos mini que solo tienen un trozito de pescado, arroz y alga por fuera, y por favor no te vayas sin pedir un tempura helado, uno es suficiente para dos personas.

Otra vez volví a ser seducida por la palabra «oriental y sushi», y además terminé arrastrando a toda mi familia.
Digamos que estábamos terminando un compromiso muy importante que después de muchos problemas salió bien, más que bien, aunque estábamos medios cansados, pocas veces nos juntamos toda la familia y salimos a comer fuera, normalmente comemos en casa de mi hermana o en casa de mi mamá, pero jamas en un restaurante, y mucho menos en un restaurante de comida oriental porque a mi hermana no le gusta, pero no tuvieron otra opción cuando yo dije que invitaba, el que invita escoge.
Le traía ganas al restaurante desde hacía mucho, y al llegar pues noté enseguida que el lugar tiene un aire, obviamente, comercial pero hay detalles que te hacen sentir que estás comiendo de verdad en un restaurante de comida oriental. Pedimos los primeros platillos lo típico para mi familia pues no querían ponerse exóticos: «Teriyakis, rollos y sopas miso». ¡Oh por Dios! El chef se llevó las palmas y las porciones bien servidas, y mi familia repitió platillo y yo sentí que me quedaba en bancarota: Ensalada de salmón, calamares tempura, optopus roll, yakitoris de pollo. Y cerré los ojos cuando la cuenta llegó, pero sorpresivamente, no tuve que quedarme lavando platos para saldar mi cuenta: ¡ES MUY ECÓNOMICO!
Nuevamente mi teoría de no se necesita gastar mucho para comer rico da frutos. ¡Vayan y lleven a la familia a Oki! Tiene el sello de calidad: ¡Stef!