Mercado Abelardo L. Rodríguez

Fue el antiguo colegio de San Pedro y San Pablo pero que desaparecieron para que se construyera el mercado, como parte del progreso de la Revolución que buscaba recuperar las raíces indígenas y la cultura moderna se le pidió el diseño a el arquitecto Antonio Muñoz. Tiene puestos, teatro y una biblioteca. En su vida han pasado artistas por aquí que pintaron murales, como en el teatro del pueblo que esta decorado en el art deco por Roberto Montenegro, hay danzantes dibujados y tiene espejos en el techo. Los puestos en el mercado son para aliviar el hambre y la vista por sus murales de temática revolucionaria. Así el sastre y la estética, los tacos de guisado y la frutería están bajo las obras de maestros muralistas como las hermanas Greenw o Isamu Noguchi, escultor japonés que realizó un alto relieve de veinte metros que trata la lucha de los obreros contra el fascismo. Por eso, no es una sorpresa encontrar investigadores de todo el mundo que visitan el mercado para ver las obras de tantos artistas.

Fue construido en 1934, dato importante para entender la naturaleza de este punto de comercio que tiene teatro, murales y hasta escuela incluida. La filosofía de la época era llevar la cultura y la educación a la clase trabajadora. Lo murales se encuentran entre los puestos de jugos y frutas, pero no pasan desapercibidos.
Resalta y se siente el trabajo de los muralistas Pablo O’higgins, Antonio Pujol, Pedro Rendón, entre otros, bajo la supervisión de Diego Rivera. El entrar a este mercado es recobrar el orgullo mexicano de aquella época. La gente que vende ahí lo siente a diario. Mientras caminaba tomando fotos por el lugar, se me acercó una señora para contarme parte de la historia del mercado y al final me dijo: «Todos los que ve aquí son profesionistas, son abogados, doctores… Pero venden por que sus familias les enseñaron, porque aquí fue donde crecieron». Para visitarlo, te recomiendo ir con pocos bultos y lo más temprano que puedas, porque siempre hay mucha gente en el lugar.

Caminando por la parte oriente del Centro Histórico de la Ciudad de México, te encontrarás con el mercado Abelardo L. Rodríguez, un espacio dedicado al comercio desde 1934, año en que fue construido.
Su estructura y las características del espacio llaman mucho la atención, además por los murales en algunas de sus paredes, los cuales fueron pintados por discípulos del artista Diego Rivera, quien supervisó la obra mientras estos tomaban forma.
Por desgracia, los murales están demasiado descuidados, pues es evidente que a las autoridades no les importa poner atención en la preservación y cuidado de este inmueble.
Al interior de este pintoresco mercado encontrarás todo tipo de frutas y verduras, comida preparada, carne de res y pollo, legumbres, semillas, abarrotes, entre otros artículos de primera necesidad para abastecer tu cocina.
Los precios son económicos, aunque es recomendable buscar varias opciones pues los costos entre un producto y otro pueden variar.
Así es que no dejes de conocer este lugar, que conserva la atmósfera de los viejos mercados mexicanos, aunque aquí también hay un auditorio y junto se ubica el Teatro del Pueblo.

No cabe duda que los mercados son parte importante de la ciudad y nuestra historia. Es por eso que una visita al mercado Abelardo L. Rodríguez es más que obligada si vives en el D. F, si bien tiene las características de todos los mercados también tiene algo especial; es el único que tiene en sus paredes murales de Diego Rivera, estos hacen referencia al trabajo, el mestizaje y el mexicanismo presente en la mayoría de sus trabajos. en todo el D. F no existe otro lugar con las mismas características, puedes ir cuando quieras y la entrada es libre. Mientras contemplas estos exquisitos murales puedes comprarte un cocktel de frutas, un licuado o una comida corrida buena y barata.
Con lo que decidas acompañar esta visita es lo de menos, los murales se encargan de que tu visita no sea en vano.

Es el mercado más pintado de México. Tiene 1450 metros cuadrados de superficie pintados por Diego Rivera y sus pupilos. La mayoría de ellos hicieron todo el trabajo.
El mercado cuenta con todo lo que un mercado normal tiene a excepción de un auditorio y guardería, hay baños públicos, lugares para comer, venta de alimentos de todo tipo. No toma mucho tiempo recorrerlo y apreciar el trabajo artístico realizado en su interior. En lo personal no soy fan de la temática socialista que se maneja pero es único por lo inusual de llevar el arte a un lugar popular como lo es el mercado.