Ex Iglesia de Corpus Christi

Hermosa construcción de 1724, la fachada barroca del Ex templo de Corpus Christi es digno de admirarse por sus muchos valores arquitectónicos y estéticos. Tal y como sucedió con otros varios conventos de México, tras haberse dictado las Leyes de Reforma, las monjas fueron retiradas del lugar y el edificio, tras varios usos distintos, fue abandonado.
A principios de la década de 1950, se transformó en el Museo Nacional de Artes e industrias Populares. Sin embargo, el deterioro que experimentó por los terremotos de 1985 ocasionó que fuera cerrado al público, sin embargo, todos los días la gente se sienta en su banca exterior a platicas o contemplar su arquitectura.

Obra del arquitecto Pedro de Arrieta, esta iglesia fue parte del primer convento para indias nobles fundado en América y que se puso en funcionamiento para la orden de las capuchinas un jueves de Corpus de 1724.
Lo mandó hacer el virrey don Baltazar de Zúñiga, primer virrey soltero de la Nueva España quien se enamoró de una monja capuchina que conoció en la misa que se ofrecía en Catedral, por lo que mandó hacer esta construcción para que ella y sus hermanas la habitaran.
La bella fachada de este edificio se distingue por la cantera rosa en la que se representa el Corpus Christi, es decir la eucaristía y también hay referencia a la orden franciscana de las clarisas.
Con el paso del tiempo y la aplicación de las Leyes de Reforma el templo fue expropiado y las religiosas tuvieron que abandonarlo, por muchos años sirvió como sede para diversas actividades como escuela de sordos, almacén de medicinas, oficinas de la Comisión Agraria, y hasta Museo Nacional de Artes Populares, pero en 1985 luego de los fuertes sismos que sacudieron a la Ciudad de México, quedó en desuso y fue hasta el 2005 que se instaló ahí el Archivo General de Notarías.
Actualmente se puede visitar e incluso sentar en las banquitas que hay fuera de este bello lugar que se dice resguarda el corazón de aquel que fue su fundador.

La Ex Iglesia de Corpus Christi se encuentra en el número 44 de Avenida Juárez, es un sitio que llamó mucho mi atención, antes que nada me pareció increíble el nombre. Existe toda una historia sobre esta iglesia, pero les compartiré mi vivencia en el lugar… Desde la fachada y toda la forma arquitectónica que tiene el lugar, la fachada barroca te transmite a otra época, realmente es un lugar que impone y se disfruta ver. Cerca de la iglesia (a unos cuantos pasos) hay unas cuantas banquitas que se prestan para poder sentarte y contemplar por un muy largo rato tan hermosa fachada. Si estás de visita por las calles del centro vale la pena desviarse a dicha avenida y conocerla.

Este antiguo edificio que casi pasa inadvertido por encontrarse a lado de la Secretaría de Relaciones Exteriores, fue fundado un jueves de Corpus de 1724 para ser el primer convento para indias caciques en América.
La construcción de este templo corrió a cargo de Pedro de Arrieta, maestro mayor de la Catedral y del Reino, quien fue también el arquitecto a cargo del Palacio de Santo Oficio. El edificio se distingue por su fachada barroca tallada en cantera.
Al ser un convento, las mujeres que ingresaban a esta institución tenían que acatar estrictas reglas, como: vivir en abstinencia sexual, practicar duros ayunos y sólo consumir frijol y maíz, ya que denotaba humildad.
En aquellos tiempos, era un gran honor tener una hija que pudiese ingresas al servicio de Dios, por lo que los padres de las jóvenes las despedían con grandes festejos y festines. Tras las Leyes de Reforma, las monjas fueron exclaustradas, para poco después ser cerrado el convento.
Desde la década de los 50’s, el edificio albergó el Museo Nacional de Artes e industrias Populares, aunque después del terremoto del 85, el inmueble sufrió fuertes deterioros, lo que ocasionó que fuera cerrado al público. Actualmente el edificio es la sede del Acervo Acervo Histórico del Archivo General de Notarías de la Ciudad de México.