Escuela Nacional de Arte Teatral

Me encanta la enat: sus instalaciones de un arte industrial muy peculiar, y sus salónes, que hace poco pude conocer gracias a que tome un taller de dramaturgia para niños y jóvenes, están perfectamente acondicionados para enseñar y aprender teatro. Son salones que vibran, más allá de que cada uno tiene el nombre de algún dramaturgo, director, o actor famoso, se siente vida en sus espacios.
En la explanada lado de la cafetería y en la parte alta abajo de los baños, siempre encontrarás a algún grupo de teatro ensayando.
Para el público en general, los estudiantes de la enat ofrecen funciones siempre, sólo es cuestión de enterarse y hacer fila antes porque la entrada es gratuita y la calidad es indudable

En realidad yo nunca he estudiado nada en esta escuela, pero sí me parece muy singular su arquitectura; por eso me gustaría compartir algo sobre ella más bien como espacio que como, digamos, institución educativa; y es que para empezar es un edificio en cuya parte superior la fachada está cubierta de grandes ventanales en los cuales pueden leerse, con diferente tamaño de letra, distintos pensamientos, por ejemplo: «El artista no nace, se hace».
Enfrente de este edificio principal, hay otra construcción de menor tamaño a cuya parte superior se puede acceder y contemplar aquellos mensajes más de cerca.
En general, el conjunto estructural de la escuela me parece caprichoso, y está refugiado bajo la sombra que le procura un enorme techo curvo que asemeja desde el exterior un cilindro metálico cortado por la mitad. Debajo de éste también se alberga una cafetería con mesas al aire libre. Me gusta esta escuela.