Recibir visitas importantes como padres, hermanos, tíos, abuelos, o suegros(no se los digan) en la casa siempre es algo estresante, y mas si esto sucede a finales de quincena ya que el sueldo se ha reducido a su mínima potencia. Uno en un esfuerzo de ser un buen anfitrión se quema los sesos pensando de que forma alimentar a los comensales de la mesa de su casa sin que la cartera termine por desaparecerse de lo flaca que quedará, o terminar viéndose muy cutre ofreciendo agua de polvo de buen color(no mencionare marcas, jejeje) diciendo que es de frutas frescas. Bueno, pues con eso hice memoria de los sabores alojados alguna vez adentro de esa caverna llamada coloquialmente boca, o buchaca, entonces las glándulas salivales se volvieron locas al recordar un sabor, el sabor de pollo dorado. Sólo existía un problema, no recordaba donde estaba, pero sí que en una ocasión me dieron un imán para el refrigerador. Asi que me dirigí al teléfono y una voz muy amable contesto: pollo dorado ¿cuál es su orden? Ni tardo ni perezoso realicé mi orden, en menos de 30 minutos mis visitas y yo saboreábamos de una jugosa carne de pollo que además incluía tortillas, cebolla, salsas y arroz.