Cuando tenía alrededor de diez años solíamos encargar un pastel de chocolate, que tenía en medio un recipiente con más chocolate para que le echaras al pan. Era buenísimo, según recuerdo. Amé tanto este pastel, que estuve durante mucho tiempo pidiéndoselo a mi madre. No sé exactamente cómo, pero ella pensó que había dejado de existir esa pastelería. Y nunca la buscó y yo dejé de preguntar por este pastel tan rico. Hasta este año, me llegó la duda de nuevo y decidí buscar por Internet. Mi sorpresa fue grande al ver que todavía existía y estaba cerca de los sitios a los que solía ir, pues venden rebanadas. Pero pedí que hiciéramos cooperación y encargáramos uno. El servicio a domicilio es gratis, el pastel caro. Así que lo pedimos y en cuanto llegó me puse a olerlo y era maravilloso. No sé si es que lo idealicé tanto el pastel, que al comerlo, no estaba tan bueno como recordaba. Sí, es muy rico y único en la ciudad, pero creo que podría estar mejor el sabor. Sin importar eso, me sigue encantando el lugar, es como un redescubrimiento. Yo diría que es de las mejores pastelerías que hay, primeramente por sus únicos tipos de pasteles. Aunque haya parecidos en otros lugares, me parecen originales. Eso sí, son algo caros para que no te encante tal cual. Pero un punto a favor es que venden la mayoría por rebanadas y son baratas.