Si pudiera dar la calificación de 100 estrellas, este seria el merecedor. Esta vez, mas que una reseña les contaré una historia. Íbamos camino a Plaza las Americas para asuntos de trabajo… Y antes de entrar nos topamos con este pequeño puestito de raspados frente al Bluckbuster. Decidimos probar y entonces vino la sorpresa. Uno de tamarindo y uno de cebada. ¡Muy sabrosos! Verdaderamente refrescantes. La fruta en muy bien estado y todo excelente. Por cierto, todo es natural, no jarabes de sabores. Se llegó el momento de pagar, entonces fue cuando por accidente uno de los raspados resbaló de mis manos, y fue ahí donde mi verdadera sorpresa inició. El chico que vendía los raspados, sin pensarlo dos veces, comenzó de inmediato a preparar otro para reemplazar el que se derramó, ni siquiera preguntó, sólo lo preparó y a mí me pareció excelente, así que le di las gracias y esperé por mi segundo raspado… Al momento de pagar, le entregué un billete de cien pesos y al recibir mi cambio, me di cuenta de uno de los actos más amables y nobles que he presenciado de una persona. El amable niño(tendría si acaso, cuando mucho 15 años) sólo nos cobró dos raspados… Y yo quede completamente conmovido. Fue toda una sacudida. Obviamente no acepté tal amabilidad e insistí en que cobrara los tres raspados. Y tú puedes pensar… «No es para tanto… «Pero te invito a pensarlo dos veces. ¿Por qué es especial? Piensa en todo lo que hay detrás de un muchachito atendiendo un puesto de raspados. ¿Podría estar haciendo algo mucho más divertido, no? O menos cansado, sin tener que esperar sentado en pleno rayo del sol. Si me preguntas a mí, debería ser él quién debería estar comprando raspados. Pero eso es sólo una parte. Ahora bien, cuando vio que había derramado no raspado, él pudo tan solo quedarse viendo, esperando a que le pida otro o simplemente no importarle en lo más mínimo. Pero no, él comenzó a preparar uno. Sin decir palabra. Un paso adelante. Este tipo de reacción, es MUYDIFÍCIL de encontrar incluso en restaurantes súper lujosos. Y por último, déjame preguntarte, ¿Cuándo fue la última vez que el operador del bus te dejó viajar gratis? ¿Cuándo el mesero del restaurante te ha regalado su propina? ¿Algún extraño en la calle ha pasado y te ha regalado 10 pesos sin razón? Estoy casi seguro de que no. Pues fue justo lo que esta totalmente sobresaliente persona hizo. Me regalo un raspado. Sólo porque sí. Sólo porque tiré el anterior. Posiblemente ese raspado significa el pasaje de alguien. Es poco menos de un kilo de tortillas… Es un raspado que pudo vender y decidió regalarlo a un completo extraño. Y ya no encuentras personas así. De hecho es lo contrario«Si puedo cobrarte más te cobro mas». Ya casi no hay este tipo de gente con ese enorme espíritu en México. Estamos inmersos en un estilo de vida en donde todos buscan obtener un beneficio a costillas de alguien más, donde cada uno ve para sí mismo sin importar a quién afecte a su alrededor con tal de conseguir lo que desea. Y entre esa mentalidad, este increíble chico, te regala algo que legítimamente es suyo. Que le cuesta dinero y trabajo. Te da un honesto regalo porque no me quiso dejar sin mi raspado. Diez pesos. Pídele diez pesos a un extraño en la calle y observa la respuesta. Este muchacho merece vender todos los raspados del mundo. Lo que das, te lo das, y lo que no das, te lo arrebatas. Think about it.