Dicen que es la mejor heladería de Polignano, junto con la Caruso; yo no lo sé, pero el helado está muy bueno. Lo que a mí me gusta más, en este pueblo costero tan bonito y elegante, es ese ambiente de club de carretera, con luces rosas de néón y bola de discoteca girando. Y los camareros con bigote fino que te perdonan la vida con cada helado y cada café.