Un pequeño bar en el corazón del barrio de San José donde está muy bien aprovechado el espacio. El servicio es muy familiar y casi todo el mundo que va conoce al dueño a a algún camarero. Hace unos bocadillos muy buenos y una ‘ensalada aragonesa’ cojonuda, de lo mejorcico que he comido en tiempos. Sin duda alguna, uno de los mejores bares para una tarde de domingo o para cualquier vermouth mañanero.