Copio mi reseña de la antigua ubicación a la nueva, puesto que no le han cambiado los comentarios siendo el mismo negocio. Todas las floristerías son coloridas y en todas puedes sentirte embriagado por el olor de las flores. Lo que no he visto en todas las floristerías, es un cartel mensual con la lista de santos para celebrar y esta tienda lo tiene bien visible en la puerta. Ya no tienes excusa para decir que no sabes cuándo es un santo u otro. No soy persona de flores, aunque no les hago ascos, pero sí prefiero antes regalar plantas, por aquello de considerarlas más duraderas y de que sirven para cualquier ocasión, sin importar el sexo de la persona a quien se las vayas a regalar. Mi madre cumple años en una fecha muy propia de regalar rosas: el famoso día de San Valentín. Pero las flores se marchitan enseguida, y mi madre se merece algo un poco más duradero, por lo que no es raro regalarle una planta, en este caso, un Anturio(o Anthurium para los entendidos), una planta con flores rojas bien vistosas. El dueño paquistaní tuvo el detalle de no ponerme los corazones habituales de esa fecha tan romanticona y/o empalagosa, y poner en su lugar, un adorno más acorde a un regalo de cumpleaños. A pesar del tiempo que ha pasado, todavía vive la planta, pues hemos seguido los consejos que me dieron para su cuidado. La tienda es pequeña, un poco más grande que cuando estaba en su anterior ubicación, justo en la calle de al lado, pero está decorada con esmero. Las plantas y flores lucen con todo su esplendor. Nunca he visto ninguna mustia o con colores apagados. Y no solo se nota el buen olor de las plantas, también se respira el cariño del dueño, el querer continuar con la tradición de traspasar algún día, si se puede, el negocio familiar a su hijo, al que desde bien pequeño ya le está enseñando a cuidar de las plantas, a regarlas o a mantener limpia y aseada la tienda. Y así, poco a poco, de temporada en temporada, Flores Azahar se ha hecho un pequeño hueco en mi barrio.