Pilates Salud Sevilla

El cuerpo de las personas humanas –y de las inhumanas, que haberlas hay las– es una máquina que de buenas a primeras comienza a fallar, a tener pequeños desajustes, que hacen que un buen día te levantes hecho un globo desinflado, y sueltes el poco aire que te queda con cualquier disparate.
No sé por qué será, pero a mí lleva tiempo pasándome. Hay gente que los achaques le atacan por las cervicales, el cuello, la espalda al completo, las piernas… Lo mío son los lumbares. Cansado de darme masajes cuando el achaque se lanzaba al ataque de los lumbares, me dije un buen día, ¡tate!, ¿y si pruebo con el Pilates? –muy cacofónico todo, ¿no?-.
Y ahí que me fui a hablar con Celeste, la monitora jefa de este negocio, que me cogió hecho una piltrafilla humana, y, a día de hoy, ando más girocho que un as de corazones en un repoker.
Hace ya casi seis años que Celeste, Yaika y Vanesa establecieron el famoso método Pilates en el barrio de Bami, poniendo a punto, con sesiones personalizadas, el cuerpo y la mente de muchachos achacosos como yo. Ahora estoy hecho un chaval. Fuera bromas, se nota, está el cuerpo como más preparado, más fuerte, no más musculoso, eh, que eso es cosa de los que se machacan en los gimnasios, pero sí es verdad que están los músculos más dispuestos a aguantar el ajetreo diario.
Las clases te las amoldas tú a tu agenda personal, y en ellas, aparte de los consabidos ejercicios pilatesianos, te enseñan a controlar tus movimientos, a corregir las malas posturas, incluso a concentrarte y a respirar. A mí me va fenomenal, y tal y como me va, te lo cuento. Siento un perfecto equilibrio entre cuerpo y mente.
¡¡Guate, aquí hay Pilates!
¿O no?