Oshiro

Relación calidad precio muy ajustada y conseguida. Es un japonés que sorprende por la variedad de shushi, makis y niguiris a un precio muy competitivo. Los combinados no suelen traer atún pero hay suficiente variedad de pescados por un precio, ya digo, muy bueno. Volveremos

No es la primera vez que he ido a este japonés «diferente», pero he querido esperar a varias visitas antes de sacar conclusiones. La primera es obvia, me gusta, sino no habría regresado, no soy masoquista. La segunda, que su principal virtud es el precio: sin duda es el japonés más económico que conozco
El local es ciertamente insólito, una taberna medieval reciclada en local asiático. Es un handicap evidente, pero tiene una terraza muy agradable en verano, y tranquila.
He probado a comer de menú, y es um gran acierto. Platos variados que uno no se atreve a pedir, como la sopa, e incluye una gram variedad de platos de la carta a elegir, desde sushi, sushimi, nagiri, hasta carne.
El sushi es cierto que no es el mejor que he probado, pero el california maki sí es de los más logrados que he comido, y a un precio imbatible.
Los Yaquigosha, una especie de empanadilla con sabor a pescado, y que curiosamente no lleva pescado, son excelentes. También me he atrevido con platos de pollo y fideos, y están a buen nivel. Como sorpresa, hay un variado de brochetas o pinchitos (no me acuerdo del nombre en japonés) con texturas dulces, de cerdo, pollo y panceta, que tienen un sabor espectacular e inesperado.
Como postre una curiosidad, tienen el tradicional Dorayaki (los padres como yo que se tienen que tragar episodios de Doraimon saben de lo que hablo).
En definitiva, relación calidad precio de diez, y algunos platos muy logrados.
Para mi se ha vuelto un imprescindible si no quiero vaciar la cartera cada vez que me apetece un japonés.

#LunesDeReseña «¡¡Manolo, una de edamame y un zuchi 32 pa la mesa 7!!»
Llamadme raro, pero cuando uno visita un restaurante de comida internacional de lo que tiene ganas es de salir temporalmente de su ciudad, de sus costumbres y formas de trabajar para trasladarse, aunque sea mentalmente, a la zona del planeta donde querría estar comiendo. Desgraciadamente, parece que soy el único que piensa así.
Igual que muchos sevillanos se quejan de que tienen «un coreano fiyéndote las puntillitas, que te comes una puntillita y te sabe a familia feliz, compadre, que eso es así», al revés debería ser lo mismo. Creo que en una cocina de un restaurante japonés no debería está el Paco de turno que ha aprendido a hacer sushi en un curso a distancia de Groupon. Eso, en el mejor de los casos.
El arroz se desmoronaba, el pescado se veía que no estaba fresco y traía espinas, el edamame venía a medio congelar y humeante –de meterlo en el microondas ahí a salir del paso-​, las gyozas no sabían a nada y los rollitos japoneses eran un zurullo de masa insulsa y sin relleno. Un insulto a la inteligencia y al buen hacer de la comida japonesa.
«Ya estamo en Feria, miarma, yo iré esta noche que es el mejor día pa los tieso como yo»
Se ve que el local lo ocupaba y decoraba antes un restaurante tipo medieval, porque mantienen la ambientación interior, con arcos de medio punto, «vidrieras» góticas y piedra en las paredes. A eso le pones cuatro cuadro chinos-​japoneses-​asiáticoquémásda y una fuentecita «zen» comprada en el todo a 100 y ya tienes el japonés montado. Muy triste.
No soy de poner una triste estrella a casi ningún local, pero desde luego aquí se han lucido y así lo quiero reflejar en la reseña, porque no quisiera que ningún incauto que pase por la zona se deje llevar como yo y acabe entrando aquí :)

Un sitio que sin estar mal tampoco destaca por su excelente calidad.
Tiene un menú a 9,90 € que está bien de precio para la cantidad de comida, pero no me convenció la calidad de la misma.
Probamos maki y sashimi, nada destacable. La sopa de miso sí estaba bastante rica, si bien no es algo complicado. Los Yakisoba estaban algo «sabrosos». Al arroz frito no es más que arroz tres delicias.
Es posible que le dé otra oportunidad.