Típico bar de barrio, de toda la vida. Y no es que sea de los mejores que te puedes encontrar por aquí, pero si es de los bares que aunque no llaman la atención de entrada, si decides sentarte, puedes asegurarte el tomar buenas tapas y por buen precio. Pero si digo la verdad, cuando suelo ir más es para desayunar. Me encanta su tostada con aceite, tomate y jamón… ¡un jamón riquísimo! Además como se encuentra dentro de una plaza entre bloques de pisos, tiene un espacio bastante amplio con veladores, en la que se esta agustísimo dándote el solecito de la mañana o el del medio día. Sólo decir una cosa negativa, al menos para mí, y es que aunque la atención de los camareros es buena, tanto ellos como la cocina suelen ser algo lentos, sobretodo cuando hay varias mesas que atender. Es la única experiencia negativa que he tenido con ellos, pero aun así merece la pena parar por aquí de vez en cuando.