El banco de los colegas, ese que todos los dias a las 16:00 os veia venir con un buen paquete de pipas y el movil cargado a tope para echar un rato al ‘snake’, ese sitio donde te diste un beso furtivo, donde enseñaste a tu perro a dar la pata, ese sitio puede que no sea este, pero bien podria serlo. Reformado, Rehabilitado y Remozado. A los jardines del valle les hacia falta una buena manita para limpiar esa mala imagen que durante años los yonkis y canis de la zona le dieron y vaya si ahora pueden disfrutarse. Al fondo, una nueva zona de juegos para los niños y nuevos bancos para sentarse invitan a que este rincon ignorado muchas veces por el gran trasiego de gente que pasa en su puerta se convierta en ese rinconsito especial en el que puedes desconectar por un instante y ya sea con buena compañia o sin ella, disfrutar de un espacio verde unico y maravilloso!
José Miguel B.
Classificação do local: 4 Sevilla
Es un parque muy tranquilo y de reciente reforma. Anteriormente era un parque muy oscuro, con unos altos muros que apenas dejaba pasar la vista, y servía de refugio a indigentes y drogodependientes. Tras la reforma, remodelaron todo, haciendo de estos jardines un parque mucho más atractivo, con una amplia zona para juego infantil. Este jardín, linda con la antigua muralla de Sevilla y realizan a veces actividades infantiles. Perfecto para un paseito en días soleados y sentarse a charlar con un paquete de pipas.
Lucía V.
Classificação do local: 5 Sevilla
Otro de los parques de los que soy admiradora. Los jardines del Valle quedaban cerca de mi Facultad en mi época universitaria, y allí se celebraron las primeras ediciones de la Feria de Alternativas, que reunía a artesanos/as y hippies de todo pelaje y latitud durante una semana en el mes de marzo(ahora se desarrolla en el parque del Alamillo). Y, claro, al quedar tan cerca, era el lugar propicio para escaquearse de las clases y pasar una tarde hedonista leyendo o charlando con los colegas. Estas primeras convocatorias de la Feria de Alternativas tuvieron, además, un carácter muy especial, casi familiar, y durante esa semana, como que salíamos poco de allí, entre conciertos y comidas y tiempos para descansar de los momentos bulliciosos(porque tanta vida social también cansa…). Pero además de sostener mis recuerdos de esa época gloriosa de estudiante(cuándo pienso en lo bien que vivía entonces,… cómo se estiraba el tiempo… me dan ganas de volver a tener dieciocho años, a quién no), el parque tiene atractivos para que el resto de mortales lo valore. No es muy grande, tiene alrededor de diez mil metros cuadrados, pero eso constituye, creo, uno de sus encantos, el de la intimidad que sientes sentada o paseando por allí. Está bordeado por uno de sus lados por la muralla almoade de la ciudad y tres de sus torres, que se han conservado. Pero sus orígenes datan del s. XV, cuando albergó –cómo no– un convento de la orden franciscana. Después de la desamortización una aristócrata de la ciudad lo compró y fundó un colegio de religiosas, que se mantuvo hasta mediados del s. XX. De lo que encontraréis poca o ninguna información es de las reivindicaciones que en los años 70, aquellos moviditos años en los que la dictadura se resistía a morir, protagonizaron organizaciones ecologistas y vecinales de la ciudad, reivindicando su uso como parque. Sólo un pequeño azulejo conmemorativo que el ayuntamiento puso tras su rehabilitación en el 2010(qué detalle…) recuerda vagamente que si hoy podemos disfrutar de este espacio verde es porque hubo un grupo de gente que se movió y luchó para conseguirlo.