Lugar de peregrinaje diario habitual pues es donde compro el pan. En un espacio reducido tienen varias secciones: panadería, pastelería, bocadillos, desavío y chucherías. Los pasteles tienen pinta de estar hechos sólo con grasas hiper-saturadas, por lo que rara vez los compro allí, aunque si es verdad que tienen otros dulces de temporada(navidad, semana santa…) que tienen mejor pinta. Viene bien poder comprar un litro de leche o una docena de huevos un fin de semana sin tener que entrar en un supermercado. El pan es, sin duda, el producto que lo sustenta. Catalanas, gallegas, bollos y mis preciados molletes, los que me alegran una mañana cualquiera. Es complicado encontrarlos, pues siempre se acaban, ya que hay una lista en la que hace tiempo me apunté pero de la que me han borrado debido, supongo, a mis continuas faltas. Las dependientas, todas ellas, son muy simpáticas
Iram Amor M.
Classificação do local: 3 Madrid
Un pequeño templo de los amantes de las golosinas, las chuchuerías, los chocolates(en invierno), los pasteles y demás vicios afines. Golofour es una tienda de chucherías pero a lo bestia, el local es mas bien grandecito y da para mucho. Además las gominolas(que son mi perdición) están suavitas, lo que quiere decir que se venden bastante. Yo no entendía cómo podía funcionar esa tienda ya que cada vez que pasaba por delante la veía vacía, a mi me daba un poco de lástima y entraba a comprar algo, aunque más por gula que por lástima. Un día descubrí que su hora punta está a la hora de la salida del colegio, aquella vez tuve que luchar contra una veintena de enanos que pedían, gritaban, cantaban y se colaban, he ahí el secreto de su existencia.
Antonio Miguel G.
Classificação do local: 4 Dos Hermanas, Sevilla
Mi hermana se puede poner tela de pasada cuando va a comprar cosas para la guitarra. Cada cierto tiempo me toca llevarla a la calle Amador de los Ríos a que compre cuerdas nuevas. No he visto a nadie que sin ser profesional, gaste tantísimas cuerdas. Si se limitase a las cuerdas, todavía tendría un pase, pero es que se dedica a dar vueltas por la tienda como si estuviera hechizada. Así que yo me quedo fuera, dando un paseo. Una de la veces que estaba esperando, en vez de sentarme en un bar, me dispuse a encontrar alguna tienda en la que pudiera abastecerme de líquido. No tuve que andar demasiado. En la acera de enfrente a la tienda de música, casi al principio de la calle, vi un cartel rosa, del que pude deducir que satisfaría mi necesidad de beber algo fresquito. Pero aquello no era una tienda de golosinas al uso. Es una mezcla entre eso, panadería y pastelería. Nada más entrar, a la izquierda, un expositor con una cantidad inmensa de pasteles de todo tipo. Más adelante, tras la barra, la dependienta departía con una mujer acerca del número que había salido en «los ciegos» el día anterior. Detrás de ella un horno de pan, con una cesta de andaluzas recién salidas al lado. Justo enfrente varias neveras con refrescos, cerveza, zumos… Al fondo del amplio local, un expositor como los de las tiendas de chucherías. Tampoco tuve mucho tiempo para curiosear. Mi hermana ese día acabó pronto sus compras musicales. Le compré una lata también a ella, y me apunté el sitio para otras veces. Nunca está de más tener un sitio localizado en el que abastecerse. Más teniendo en cuenta que no se sabe cuánto me va a tocar esperar a mi hermana la próxima vez que se le rompan las cuerdas de la guitarra.