Emilio

Fui a comer caracoles y unas cervezas, y estaban buenos, pero la verdad, me parecio un poco caro.

Esta cervecería es muy conocida en el barrio y su terraza suele estr bastante llena cuando hace buen tiempo. No es ni mucho menos una plaza bonita ni especialmente agradable, pero si vas con niños pueden corretear por allí.
El bar en sí es un bar normal, con tapas que no están mal pero excediéndose en frituras, desde croquetas de cabrales a berenjenas con gambas. Todo rico pero no aconsejable para una dieta.
El camarero que atiende es bastante personaje y puede largarte casa speech digo de show cómico absurdo. Puede ser divertido si no vas para hacer confidencias.

Esta cervecería, hace esquina con la calle Asunción que, para la gente de Los Remedios, es como el centro de la ciudad, si no quieren llegar hasta allí andando. Así que, debido al tránsito y a que es un sitio muy conocido por el barrio, suele estar siempre medio lleno.
La última vez que fui, estaba con un amigo tomando un café y, cuando llevábamos allí un rato, se acercó uno de los camareros (uno que habla un poco raro) a decirme que quitara el móvil de encima de la mesa (había mucha gente en la calle y estábamos sentados fuera). Yo me quedé un poco sorprendida del consejo, porque además me lo dijo como bajito y al oído, en plan secretito.
Lo miré extrañada y me dijo que pasaba mucha gente y que si me robaban el móvil y él no lo veía le iba a echar las culpas, o algo así.
Le dije que me gustaba el riesgo. Y dejé el móvil donde estaba.
Al rato, cuando le pedí la cuenta, vino a disculparse por si me había molestado el consejo. Porque dice que hay gente que cuando se lo dice (se ve que no se preocupaba solo por mi teléfono, sino por el de todos los clientes) se molesta y pide la cuenta y se va. Pero que yo por lo menos no me fui…
A pesar del camarero este un poco rarito (que a mi, por otro lado, me pareció super divertido…) este sitio está muy bien. Te puedes pedir tus tapas de día o de noche y por la tarde ¡comer churros! que en invierno a mi por lo menos me encanta resguardarme y comer algo calentito y así recobrar fuerzas para el resto del día.

Ésta fue mi segunda casa, o primera, no estoy seguro, durante mucho tiempo. Era el sitio en el que quedábamos los amigos, sin quedar explícitamente. Sabíamos que alguien estaría allí, y allí que íbamos. Cualquier día. A cualquier hora.
Emilio, que tenía y tiene nuestra misma edad, nos crió como quien dice. ¡Qué buenos ratos! ¡Que buenas tapas! Todas, todas, excepcionales: el flamenquín de marisco casero, el mejor que he probado en mi vida; el solomillo al whisky al roquefort, a la diabla, el chipiplancha, ¡¡la bomba! La bomba es una de las tapas estrella de Emilio. La bomba consiste en… mejor descúbrelo tú. Te aseguro que hace honor a su nombre.
Del marisco, ni te cuento. ¡Qué cañaíllas! ¡Qué gambas de delito, prohibitivas, blancas de Huelva! ¡Langostinazos tigres… ¿¿Y el jamón… Se me está haciendo la boca, agua.
El Emilio, el local, para mí, un bar de tapas situado en Los Remedios, que toda Sevilla debe conocer. A Emilio, la persona, también: un artista del tapeo, con arte y salero, que haciendo las cuentas, ¡ten cuidado!, que el cero mata al cero.