Durante un día festivo descubrí junto a unos amigos que en El Uno de San Román ponían las copas a 2,50 €, un precio que es para dar volteretas tal y como está el patio en lo que a precios en los bares respecta, aunque por suerte este bar esconde muchas otras ventajas y curiosidades. A la entrada –en su fachada-, encontramos un azulejo muy curioso, dedicado a Manolo Caracol, «genio del cante jondo» como indica la leyenda del mismo, una vez que cruzamos la puerta, vemos al fondo otro enorme azulejo flanqueado por dos faroles dedicado al Cristo de los Gitanos, ya que esta hermandad está muy vinculada a la zona y a ese bar en concreto, puesto que la antigua iglesia de esta hermandad se encuentra a 20 escasos metros de la taberna. La hermandad de Los Gitanos, el flamenco y los toros componen el eje en torno al cual gira la vida del bar, y de ello dan testimonio todos los cuadros y fotografías que se reparten por las cuatro paredes del local. A mí personalmente me encanta un peculiar dibujo en blanco y negro que se esconde tras una de sus columnas, se trata de una caricatura en la que Lola Flores se arranca a bailar en una juerga flamenca formada por otros conocidos gitanos. Paula, su simpático propietario y toda una enciclopedia viva de sevillanía, lleva ya casi 30 años al pie del cañón, al igual que su mujer que es la que prepara todos y cada uno de los guisos que pueden degustarse en el bar: caracoles, cabrillas(sus especialidades) y además menudo y una cola de toro riquísima. La carne con tomate es todo un punto y aparte, tiene un sabor muy casero, y es que tapear en El Uno de San Román es como hacerlo en casa, ya que el bar desprende familiaridad por los cuatro costados.
Felipe r.
Classificação do local: 4 Sevilla
El bar del loro, este bar esta a 2 minutos de mi casa con lo cual he entrado un millón de veces, es muy poco atractivo, no dan ganas de quedarse a comer, no por ellos, sino que a otros 2 minutos esta la plaza de los Terceros que hay mas bares y restaurantes que estos si son atractivos. Tienen una gran jaula con un loro que lo mueven dependiendo de la temperatura para que el loro este mas cómodo, no le caiga agua o no le de el sol. El interior del local esta lleno de fotos de Manolo Caracol y otros cantaores antiguos, en otros tiempos de la iglesia que hay en frente salia la Hermandad de los Gitanos. Si vas con tiempo te puedes parar a hablar con el dueño del bar, es un señor mayor, simpático que tiene un millón de anécdotas. El bar esta limpio, su interior es grande, pero no tiene terraza, eso hace que no apetezca quedarse y como tiene su clientela fija si vas todos te miran preguntándose quien eres.
Pepa L.
Classificação do local: 5 Sevilla
Si te gustan los sitios frikis, singulares y únicos como a mí no puedes dejar de visitar este bar. En la Plaza de San Román, lugar singular del centro histórico de Sevilla está El uno de San Román. En esta plaza se encuentra la iglesia del mismo nombre, antigua iglesia de la cofradía de los gitanos, por lo que con este dato ya podemos ir haciéndonos una idea de la filosofía del lugar. El bar pasa desapercibido en el exterior por que podemos ver poco más que una ventanita metálica para despachar y la puerta de entrada con una cancela recogida. Pero cuando pasamos al interior… preparados para las sensaciones!!! Lo primero que sorprende es una gran jaula con un loro y después cuando comenzamos a mirar las paredes empezamos a preguntarnos si estamos en un museo, en un salón kitsch o que nos acabamos de bajar de la nave del tiempo y hemos retrocedido unos 30 años. Esas paredes no tienen desperdicio. Muchos cuadros(algunos bastante buenos), fotografías, una vitrina encastrada en la pared con recuerdos, libros… pequeños exvotos que nos sugieren historias, pasado, personas. En la barra«el Paula» un señor mayor con una planta torera en proporción igual a su nombre, serio, digno y con una tiza apoyada en la oreja. En la cocina y asomándose de vez en cuando su mujer, una señora con aspecto gitano, moño con peinecillos, pendientes de lágrimas de coral y delantal. Es un placer tomarte una caña bien fría con unas almendritas tostadas. Y la cocina estupenda. Como si te tomaras algo hecho por tu abuela. Guisos, fritos, aliños… todo está rico. Al fondo hay un salón que nunca se usa y está aún más abarrotado de cosas que la estancia principal, pero lo afean las cajas de bebidas amontonadas y demás chismes… lo usan a modo de almacén. Ir al baño otra experiencia, no por sucio sino por peculiar. Hay varias mesitas para sentarse y la barra donde encontraras publico bastante ecléctico.