Mi tía y madrina es una friky de los abanicos en toda regla. Recuerdo cuando era más pequeña me traía a esta tienda porque ella, además de comprarse a sí misma abanicos, es de las que cada vez que tiene ocasión los regala. Hace poco iba a verla a Badajoz, era su cumple y hacía mucho tiempo que no la veía. Después de pensar y repensar que comprarle me atreví y fui a esta tienda. Después de explicarle largo y tendido a la dependienta cómo era ella, su edad, gustos, que es una mujer elegante, y unos cuantos datos más me sacó dos o tres modelos asegurándome que no fallaría si le llevaba alguno de ellos. Después de sopesar los precios, y declinarme por uno desde la máxima ignorancia en cuanto a estética, materiales, dimensiones, y peso, acabé por coger uno, que incluso me acabo pareciendo muy acorde con ella. Hay miles y miles de modelos que van desde precios más o menos asequibles hasta otros absolutamente disparatados. Una prima mía me comentó que el que ella llevaba para su boda lo había comprado aquí y cuando me contó lo que le costó poco más y me da el telele. Los hay lisos o pintados a mano(de muy variados diseños) de diferentes tipos de maderas y telas. Los hay desde 10 euros hasta… no pude saber cuál era el más caro pero algunos alcanzas cifras de miedo por ser considerados unas auténticas joyas de la abaniquería. También venden mantones y mantillas flamencas.
Miguel Ángel D.
Classificação do local: 4 Sevilla
Mi suegra es clienta habitual de esta tienda, que vende sobre todo abanicos de todas clases, materiales y colores. Mi suegra viene una o dos veces al año…algo más frecuentemente de lo que a mí me gustaría… la verdad. Ella vive en Miami, Estados Unidos y es una enamorada de todo lo español, más concretamente de lo sevillano. Cada vez que viene se vuelve loca comprando toda clase de souvenirs para regalar a sus amigas y a mis cuñad@s y a sus hij@s, que también viven por allí. Le gusta especialmente esta tienda porque según ella es auténtica de verdad, verdadera… lo más. Si sigue volviendo todos los años, dos veces, en breve creo que veremos a mi suegra montando un mercadillo clandestino de abanicos en la puerta de su casa. Debe tener ya más de 20. ¡Qué disgustos me da esta mujer!