Típica cervecería de barrio, a la que escaparse en la ronda habitual del barrio mientras haces las compras, vas por el pan a la Quenelle, etc… No vais a encontrar nouvelle cuisine en la carta, pero las tapas son muy decentes y abundantes, yo suelo acudir para ocupar uno de los veladores en la plaza al lado de la iglesia y tomar el sol con una copa de moscatel y un plato de altramuces. Las buenas cosas de la vida, suelen ser gratis, no los altramuces ni el vino, pero si volver a casa con la cara colorada, no se sí por el vino, el sol o las dos cosas, y comerte un trozo de la baguette, que compraste, porque el aperitivo te despertó ese gusanillo, que todos tenemos en el estómago, y que nos cuesta tanto domar.