El Búrbujas tiene todas las papeletas de estar en el top ten de lugares que haría desaparecer si tuviera superpoderes, y ¿por qué?,…, no es por cutre, pues bares cutres, pero recomendables hay a montones; no es por caro, sus precios están dentro del rango de los precios inflados a los que nos acostumbraron con la entrada del euro como moneda; no es porque te atiendan con mala cara, muchas veces no consigo verle la cara al camarero de turno que está en la barra de cualquier otro bar, eso a día de hoy es casi lo de menos en un bar de copas; no es por la calidad de sus copas y cócteles, evidentemente no te sirven un gintonic como el que te servirían en el London, pero tampoco es que en otros bares te sirvan primeras calidades. No, lo del Burbujas, es algo que nada más entrar en el pasaje de terrible estilo arquitectónico setentero, percibes y te repele: la falta de iluminación y lo incómodo de la pobre iluminación que hay, lo destartalado de sus sillones en mitad del pasaje y lo incómodo de los sillones. En fin, que es entrar y yo me pongo ya entre deprimida y con mala leche, vaya por delante que con ganas de largarme cuanto antes. Un lugar para pisarlo una vez y no más. Nada recomendable.
Carmen C.
Classificação do local: 1 Sanlúcar la Mayor, Sevilla
Realmente me gustaría saber el motivo de porque hubo una época en que esta champanería se ponía hasta la bola. No se cabía, y mira que es cutre. Da la sensación de que estás por los bajos en una estación de metro o algo así. Hace un frío que pela siempre, es imposible que lo tengan aclimatado, porque las sillas están en medio de toda la corriente que entra por el pasaje. No será por lo cócteles, que te los puedes tomar calentito en otro sitio. No llego a entender, como con los años que han pasado, sigue manteniéndose en pie.
Antonio Miguel G.
Classificação do local: 1 Dos Hermanas, Sevilla
Fui sin saber a dónde iba, y salí con la intención de no volver nunca más. Suena drástico, pero es así. Íbamos super trasnochados, después de un almuerzo navideño, con sus correspondientes copas. No sé muy bien qué hora era, pero era bien tarde. Andábamos como locos buscando un sitio en el que tomarnos la penúltima. Alguien propuso un agua de Sevilla en el Burbujas. Total, a esas alturas nos daba igual lo que sea, y yo no tenía ni idea de qué era eso. Entramos en el pasaje del Corona Center y nos sentamos en las mesas, puestas a modo de veladores en la plaza central. No me dio buena impresión. Escondido en un pasillo oscuro… me acordé de los sitios clandestinos de las películas americanas. Hacía mucho frío. Demasiado. A las temperaturas de diciembre se sumaba el frío del pasaje. Pedimos un par de jarras de agua de Sevilla. La verdad es que el cóctel estaba bastante bueno, pero seguía incómodo. Dimos cuenta bien rápido de las copas, y nos marchamos, cada uno a su casa y Dios a la de todos. En el ambiente flotaba la sensación de que aquella última copa de aquel almuerzo navideño nos la podíamos haber ahorrado.