Antonio

Muchas veces quedo con mis amigos para jugar un partido en una asociación de vecinos de Pino Montaño (no recuerdo el nombre, porque siempre nos referimos a ella como «La Sosia»). Siempre vamos bien tarde, cuando todos hemos acabado nuestra jornada laboral, y cuando acaba el partido va es hora de ir meneando el bigote. Aunque la opción de sentarnos en un bar siempre está ahí, nosotros preferimos (cuando el tiempo acompaña) sentarnos en un banquito con una lata de refresco y un serranito. Y Antonio es nuestro proveedor.
Se trata de una de esas tiendas que, según cuentan los oriundos del lugar, siempre han estado ahí, abasteciendo de comida para llevar y calentitos desde hace muchos años. El hombre que está tras el mostrador es agradable, y (al menos con nosotros) tiene una paciencia casi infinita. Porque mira que mareamos al pobre. «Que si un serranito, si pimiento» por aquí, que si «una baguette de pollo sin mayonesa» por allá. Anda que no le damos lata.
Pero es que merece la pena ir. La comida, aparte de estar muy bien de precio es que está la mar de buena. Y eso que no he probado la mitad de la cosas. Aunque los pollos asados tienen una pinta espectacular, y unos churros matutinos tienen que ser lo más. Son mis asignaturas pendientes del sitio.
Mientras, después de cada partido en «La Sosia», cuando las tripas empiecen a rugir, seguiremos yendo a saciar nuestro apetito a la tienda de Antonio. Y es que después de un partido, una buena comida, de tertulia de plazoleta con los amigos, es algo que siempre se agradece.