Lo que era un restaurante familiar, con comida casera, eso sí, un poco en decadencia en los últimos meses se convierte en un pseudo restaurante donde los únicos ingredientes son el pollo en diferentes versiones y las ensaladas. Y es que los traspasos es lo que tienen. Cierto que le han dado un aire fresco al local, que falta le hacía, pero no convence. Los platos no tienen ninguna preparación y el encanto de sentarte en un negocio que te trataban como en tu casa se pierde. Se nota la falta de Ramón y su esposa. No obstante sigue siendo una buena opción si estás por la zona ya que la oferta gastronómica a pesar de ser abundante suele estar dirigida a turistas y suele ser cara y mala(esto nunca lo entendí) Algunos hosteleros no se enteran que ya no estamos en los años 60 y que gracias a las redes sociales e internet el turismo que nos visita cada vez tiene más información de lo que podríamos ofrecer y de lo que se ofrece…