Kokokara

Un sábado por la noche acudimos a este pequeño local de comida japonesa de apenas 30 o 40m2.
Cuentan con unas 10 mesas de varios tamaños bien distribuidas. Ponen la luz cálida y el jazz de fondo a una volumen justa.
Mientras que tomamos una cerveza japonesa, elegimos platos a la carta. Mi acompañante me recomendó una ensalada de atún y aguacate para compartir, cosa rara porque él no suele pedir una ensalada. Eso pinta bien.
Luego cada uno escogió su plato… yo, una bandeja de sushi de 8 piezas y mi acompañante, un plato de karaage.
La ensalada tiene una pinta estupenda y es abundante. La combinación de atún y aguacate es muy frecuente en la gastronomía japonesa, pero lo que me parece diferente y genial fue que venga el arroz abajo del atún y aguacate, y en el borde del plato, wasabi.
En general no me gusta una ensalada con arroz, pero ésta me conquistó. Está sutilmente aliñada con una salsa de soja con aceite de oliva (al menos así me pareció) a buen gusto. Si te gusta un sabor más fuerte, puedes añadir un poco de salsa de soja y queda aún más deliciosa.
Mi acompañante me dejó probar una pieza de pollo de su plato de karaage. Es muy al estilo chino a la vista porque el pollo no solo está frito sino que está aderezado con una salsa espesa agridulce. Y este plato también estaba muy rico.
Y mi plato de sushi.
La presentación me gusta porque la hacen de una manera muy japonesa. El plato en sí mola y encima juega con el espacio del plato.
Sin embargo he de decir que la calidad de las piezas de sashimi deja mucho que desear. La única pieza que me gustó fue la de gunkan de ikura (huevas de salmón).
El arroz tampoco estaba muy logrado, sobre todo fallaba en la cocción del arroz. Es que en sushi la textura del arroz es tan importante como la calidad de las piezas de sashimi que van encima de él.
Al final nos dio otro antojo y pedimos un plato de gyoza de verduras.
8 piezas de gyoza a la plancha a la perfección. El sabor es correcto y su sabor me resulta muy familiar.
Sin embargo aquí donde fallaba fue el relleno causando una sensación demasiado pastosa. Desde luego las gyoza es un plato para disfrutar del contraste de las dos texturas — crujiente y blandura, pero aun teniéndolo en cuenta, no me convenció de todo.
Dicho sea de paso una copa de vino tinto de Ribera del Duero que pedí para acabar el plato estaba bastante bien. Como no esperaba esta calidad ni me fijé en la botella cuando me lo sirvió. Tanto la temperatura como el sabor me agradaron, quizá estuviera recién abierta.
Por lo tanto hasta no muy amantes de sake pueden disfrutar de la comida con unos vinitos en condiciones.
Parece que hay mucha gente que visita para llevar. En nuestra estancia de unas 2 horas más de 5 personas vinieron para llevarse su comida.
Atención al cliente es correcta y agradable.