Es una pensión pequeña pero acogedora. La señora que nos atendió muy amable. Cada habitación cuenta con un baño pequeño pero suficiente. Cuenta con un pequeño restaurante donde se sirve el desayuno típico de la región, con pan de Pagès, tomate, mermeladas, embutidos y café. Y para la cena un menú muy sabroso y cuidado. Lo recomiendo para quién busque un fin de semana tranquilo de paseos por los alrededores o para descansar después del ski.