Hay que conocer la historia de este lugar para valorar lo que ofrece: de trata de una antigua casa que derivó en restaurante cuando llegaron las grandes urbanizaciones a la zona. De ahí que au localización sea complicada de encontrar, lo que supone quizá su gran handicap. Está, desde los inicios, regentado por la familia Crespo. El padre se tuvo que prejubilar en la época de la crisis para no tener que despedir a ningún empleado. Y la madre, ya retirada, aún deja su toque con unas anchoas y unas sardinas marinadas de un sabor maravilloso. Tuvieron, además, un enorme momento de gloria al ser recomendados en 2007 por el New York Times(el artículo todavía puede encontrarse en internet) y todavía hay gente que va a buscarles con la contraportada de aquel periódico en la mano. Pero, sobre todo, se trata de un lugar que no engaña: puedes entrar a la cocina y ver que todas las paellas(sin excepción) se hacen a leña. Que los entrantes y los postres son caseros. Que si quieres comer de menú tienes ensalada, arroz o plato de cuchara y bebida por 10 euros. Y que si quieres algo más elaborado poseen una opción donde por 25 euros te sacan tres entrantes, arroz, bebida ilimitada, postre y café. Vale la pena ir aunque sólo sea por probar una paella de las de toda la vida. De las de verdad. Y por saber que estás en un lugar que sigue exactamente como comenzó.
Dani A.
Classificação do local: 2 Valencia
En general no ha sido una buena experiencia. Para empezar, la localización del restaurante es un poco mala. Complicado llegar si no es con GPS o si te conoces la zona(es como un chalet apartado). Para empezar nos han puesto diversas tapas, empezando por unas almendras bastante ricas y unas olivas. Después han sacado un esgarraet que estaba algo seco y llevaba demasiado pimiento para mi gusto. Unos calamares que no sabían a absolutamente nada seguido de una sepia que de sabor estaba buena pero estaba algo dura. También nos han sacado unas croquetas de bacalao, que no estaban malas pero eran congeladas. Después han sacado unas ensaladas bastante cargadas de tomate, atún, etc.(apenas se veíà la lechuga) que no valoro porque no la he probado, aunque no tenía mala pinta. Tras esto nos han traído los arroces. Un arroz a banda de sabor normalito y de arroz algo pasado. También un plato de paella correcto. Una pena porque me habían hablado muy bien de sus arroces. De postre han sacado una bandeja de fruta para compartir(que no he probado porque estaba lleno) con melón, sandía, ciruelas, uvas y piña, y para finalizar una bandeja(también para compartir) con trocitos de dulces, de los que he probado(sí, estaba lleno pero un dulce siempre entra XD) una especie de tarta de chocolate que no me ha gustado y un trozo de tiramisú normalito. El precio no lo sé porque me han invitado, pero vamos, no es uno de esos sitios dónde repetiría. PD: las sillas son tan incómodas como las butacas de los cines Babel. Te dejas el culo ahí.