Es el restaurante favorito de toda la familia, sobre todo de mi padre, que tiene un paladar muy peculiar. Pidas lo que pidas te encantará aunque recomiendo las almejas a la marinera(seguro que te quedas sin pan mojando su salsa), berenjenas con salmorejo, cogollos con melva o una exquisita presa ibérica. También ponen un pescado frito que quita el sentio. Fue en este lugar donde probé por primera vez la leche frita, un dulce de harina con azucar y canela que está delicioso. De hecho es el único lugar donde debes probarlo sí o sí. El servicio es muy atento y rápido aunque si está lleno el comedor pueden tardar un poco más. Mi último homenaje fue el día de mi cumple y espero volver pronto.