A pesar de ir muy predispuestos para que nos gustara el sitio por lo que había leído en alguna guía el resultado fue negativo. Reservamos para 8 y nos encontramos con dos mesas juntas, es decir en total una mesa de un metro por dos(para 8 personas), con lo que estábamos apretujados y en unas sillas hundidas muy incomodas. Sonreímos y pedimos una ronda de cervezas. Nos trajeron una tapita muy buena, por cierto, pero único alimento hasta 45 minutos después que nos llego una ensalada para dos. Los platos, nos llegaban con cuentagotas y cuando ya habíamos hecho la digestión del anterior. Con tanto tiempo libre empezaron a duplicarse las críticas: Sobre el tamaño de las raciones, sobre la ausencia de pan que venia racionado. Sobre el precio de algunos platos, sobre las ganas de levantarse y estirar las piernas… En fin. La calidad de los platos para mi gusto no fue de lo mejor, pero si aceptable, aunque la sensación de incomodidad, la tardanza(o abandono) y el precio, harán que lamentablemente no podamos recomendar el sitio para ir a comer, aunque ya sabes, sobre gustos, colores.