Es el chiringuito más curioso de cuantos he visitado. Situado a pie de playa en las afueras de Málaga dirección Almería, y más concretamente en El Palo, utiliza el modelo de negocio de ‘la subasta’. No, no subastan el plato y al que más dinero ofrece se lo dan, si no que los camareros, van continuamente sacando los platos que van saliendo de cocina y los van ofreciendo ‘a gritos’ entre los clientes, los primeros en pedirle al camarero los platos que lleva se los quedan, si se acaban, tendrías que esperar que de cocina vuelva a salir dicho plato. Los platos tienen varios precios, en función de la forma y el tamaño del plato, a la hora de pagar hay que llamar a un camarero que jalea cada cierto tiempo un …’ y yo cobroooooooo!!!’, este camarero cuenta los platos por tipo que hay en la mesa y te cobra en función de estos. La picaresca española llevaba a enterrar los platos en la arena que había en las mesas antiguamente, pero hace años reformaron la terraza y la hicieron de cemento, no obstante si prestas atención ves a alguien intentando colocar de sus platos en las mesas ya vacías, aunque no es lo común.