Ribs

Buena decoración y buen (rápido!!) servicio. La comida, más que correcta, tirando a buena. Las costillas merecen parar a comer aquí. Yo estuve el fin de semana y estaba a tope.

Comida fría y recalentada. Pido la carne al punto y me llego tan pasada que parecía una suela. Hemos tenido que esperar entre plato y plato hasta 30min. Eso si a la hora de pagar no han tardado lo mas mínimo.

Lamentable. Lentos, excepto para traer la cuenta. Servicio penoso y el encargado un borde. No volvemos.

Lamentable el servicio, una mesa de 15 personas y han sacado los platos con una diferencia de 45min. Nos han traído los postres y la mesa seguía llena de los platos sucios. En la cuenta no nos han hecho el 10% de descuento, le decimos al encargado que no nos devuelva nada y nos traiga unos cafés y nos dice que nada de cafés, que nos da los 25 € del descuento. No vuelvo aquí ni regalao…

Más de una hora de espera para unas costillas frias y secas. Local con un nivel de ruido altísimo y suciedad por todas partes. No pienso volver. El servicio muy malo la camarera se ha enfrentado a nosotros al comentarle lo del retraso. Creo que se descuida en exceso tanto el ambiente como la atención al cliente. Una experiencia muy desagradable

Como era domingo y no teníamos ganas de andar de cocinillas, se nos ocurrió que podíamos ir a comer fuera.
Yo tenía mono de hamburguesa, así que como se suele decir, «blanco y en botella»… y fue entonces cuando pensamos en este Ribs, recientemente abierto y que esta al lado del Centro comercial del Equinocio.
El local es típico de la cadena, muy al estilo granero americano! :)
Reconozco que me encanta la decoración, tanto fuera como dentro del local, que es bastante amplio. Muchos detallitos y bien recargado.
Según entras al restaurante lo primero que ves es la barra, y después ya esta el salón lleno de mesas.
Me llamo la atención una Harley Davidson expuesta colocada sobre una especie de tarima. Algunos camareros estaban colocando a los niños sobre la moto para que sus padres les sacaran fotos, jeje
El local estaba llenito, pero no tardaron nada en situarnos en una mesa para dos. Como ya conocíamos más o menos la carta, supimos rápido lo que íbamos a pedir. Nos tomaron nota en un pis*pas y trajeron las bebidas.
Nos decidimos por un menú con un entrante a elegir y dos platos principales.
El entrante nos lo trajeron enseguida, y fue un acierto, pues las alubias con nachos y espinacas nos supieron a gloria.
Los segundos sin embargo se hicieron esperar, aunque contábamos con ello, pues había mucho ajetreo. Y nada, genial el medio costillar y mi cheese burgués rica rica.
Para rematar, nos pedimos de postre un súper bowl de helado de chocolate con nata dentro de un donuts abierto a la mitad, y todo ello acompañado con pepitas de chocolate y sirope, …lo que viene siendo una bomba de calorías!