Viena Capellanes

¡Ay, ama, qué lugar de perdición! En cuatro «palabras»: ¡DE-​LI-​CIO-​SO! Está todo para chuparse los dedos. Da igual que pidas dulce o salado, acertarás seguro.
Es aquí donde el sr. Ramos, mi padre, encarga las rosquillas de Alcalá para regalar a sus amigos de Valencia. Las he probado de mil sitios y he de reconocer que las de Viena Capellanes están que se salen.
Suele estar bastante concurrido pese a no ser barato. ¿No te mueres de ganas por probar alguna de sus especialidades?

Yo no sé qué haría sin Viena Capellanes. Paso montones de veces por la puerta de este local y no me puedo resistir a entrar y comer algo. El aroma es completamente irresistible.
Mi debilidad son los dulces, en especial los que llevan chocolate. Hojaldre, bizcocho, bollería… todos están buenos, pero para mí la joya de la corona es la trufa, de tamaño muy superior al de la típica trufa industrial y el triple de buena.
Y también tienen muchas opciones saladas, tanto sándwiches como empanadas, e incluso tienen sopas y gazpacho para consumir en el local o para llevar. Al medio día tienen un menú que siempre tiene opciones saludables y está muy bien de precio.
El local es pequeñito pero tiene varias mesas y las chicas que atienden son muy amables.

Bendito el momento en el que mi amiga me recomendó que cogiera un sandwich de este sitio antes de un concierto porque fue entrar y caer rendida a sus pies.
La primera vez, como digo, fue solo un sándwich rápido para llevar, pero desde entonces, y aprovechando que está a seis pasos contados de la parada de metro de mi trabajo, me he dejado caer bastantes veces por allí para reponer las tan menguadas fuerzas mañaneras.
Croissants, napolitanas, muffins, palmeras, empanadillas, cocas, bombones, barritas, dulces o tartas son solo algunas de las maravillas que se encuentran tras sus vitrinas y que ganan a cualquiera nada más entrar por la puerta. Disponen de un surtido de medios sándwiches entre uno y dos euros que solucionan fácilmente el almuerzo, la comida o incluso la cena (mención especial el de bacon con cebolla por 1 €… ¡qué ricura!)
Sus cafés y chocolates están riquísimos también, estos últimos con un delicioso toque de canela. Tienen «menús» especiales como el de desayuno, con café + cualquier bollería o barrita por 2,25 €.
Vaya, un sitio de los que te solucionan una hipoglucemia o un ataque de hambre con una bonita sonrisa (más las empleadas que la que parece la dueña) y además, por pocos eurillos.

Una tienda más de las muchas que la centenaria pastelería (que este año celebra su 140 aniversario) tiene por Madrid. Aunque esta, más pequeña que muchas de ellas, tiene un plus que las demás no tienen. Es aquí donde se hacen los cursos de pastelería que Viena Capellanes está ofreciendo por segundo año consecutivo y con bastante éxito.
Es muy de agradecer que leyendas de la confitería madrileña abran sus puertas a los profanos y muestren sus secretos. Porque es lo que hacen en sus cursos. Enseñar a elaborar las mismas preparaciones que venden en la tienda. Y lo hacen con unos cursos amenos y entretenidos que hacen que las tres horas que duran se pasen en un suspiro. Magnífica iniciativa que otras pastelerías deberían imitar.
La bollería y la pastelería me parece que sigue siendo su punto fuerte, aunque se hayan diversificado con la parte salada y de cátering, y sus sandwiches o empanadas nada tengan que envidiar a los de otras reputadas cadenas.