Válgame Dios

6 € por un vermouth (Martini rojo) que no era ni si quiera generoso de cantidad. Manos arriba! Esto es un asalto!

Prices for dishes seem extravagant but the portions are generous so you don’t need to order as many as you might think. Atmosphere is nice and the waiters are happy to help us bad Spanish speakers out. There is an English menu but we had to ask for it. Prices for drinks were crazy. Cheapest rioja was 12 euros, which wouldn’t be terrible except for the meager portion.
The food was good but the small drink portions and the insanely overly crazy sweet mojito give this place a 3. Not bad for a rainy night out though.

Bar resto branché.
Le lieux est cosy avec ses grands fauteuils, ses robes et ses photos aux murs. Le bar est très beaux. Ambianche mi rétro mi actuelle.
Les vins sont agréables, et le foie est délicieux.
Un endroit convivial pour une soirée à 2 ou entre amis.

Se trata de un local que funciona como tienda show-​room y también como café-​bar-​restaurante. Situado en Chueca, se ha convertido en uno de esos lugares donde debes ir para ver y ser visto o al menos para decir que has estado y criticar a gusto.
La decoración me parece correcta aunque algo barroca. Existen mesas de distinto diseño y color y sofás con mesas bajas para reuniones más distendidas. El servicio malo, si pides cerveza o vino ni se molestan en preguntar el tipo y la sonrisa no aparece en sus caras ni de broma. Además de refrigerios varios puedes comer algo de una carta bastante exigua y algo cara, pero si tienes hambre es una opción no tan descabellada. Resumiendo, un sitio de moda para tomarse la primera y disfrutar de la fauna que desfila, perfecto para un café con amigos o algo tranquilo con tu pareja. Recomendable si sabes a lo que vas.

Buen sitio para un plan de fin de semana para ir a tomar algo. El vino está caliente eso sí y los camareros parece que te hacen un favor al atenderte, pero el ambiente es bastante original

Tarde de domingo en Madrid, el café del Diurno se trasformó en copazo en el Válgame Dios.
La terraza llena, tiene solo media docena de mesas. Nunca había entrado y tenía curiosidad. Al mediodía sé que sirven comidas, pero siempre me había parecido tan «pitito» (por las pititas que lo frecuentan) que había terminado pasando de largo.
Por dentro es bonito, un poco recargado de decoración para mi gusto, pero cómodo, las mesas no están compactadas.
Aunque parece un bar de copas relajadas, también sirven algunos platos para picotear (algo caros).
Los combinados buenos, aunque el alcohol de la copa lo miden con cuentagotas.

El nuevo local de moda lo será más de aquí a unos meses, ya veréis.
Tiene la curiosa mezcla de tienda, bar de copas y restaurante (al estilo de la cercana Isolée) y, aunque la tienda no es de mis favoritas, la comida del restaurante está muy muy bien.
Mezclan cosas modernas, tipo ensaladas con cosas chulas, foie y platos por el estilo, y luego cosas «sencillas», como hamburguesas, bastante bien logradas.
Eso sí, es caro, y no sé si repetiré por eso mismo, los entrantes rondan los 10 euros, y algunos principales llegan a los 15, y no son como para hartarte…

Este extraño lugar, que no se sabe muy bien qué es, lleva el mismo y curioso nombre que una calle vecina. Digo que el lugar es extraño y que no se sabe qué es porque es un poco de todo: restaurante, café, bar de copas o incluso tienda de ropa, que es lo que era en principio y aún subsiste en el sótano. La ventaja que tiene el restaurante es su amplio horario, ya que puedes comer cualquier día desde la una del mediodía hasta la una de la madrugada. Tuve ocasión de ir a cenar con unos amigos que lo conocían y, la verdad, quedé gratamente sorprendido. Tal vez la sorpresa fue buena porque me invitaron a cenar y no tuve que pagar yo «la dolorosa», pues igual si pago yo se me atraganta la cena… Nos sentamos en una mesa grande, de madera, cada uno en una silla diferente, pues este es un lugar muy moderno. La carta era corta pero curiosa, pedimos lo que quisieron mis amigos que lo conocían: hamburguesa, foie y no recuerdo qué más. La verdad es que todo estaba muy bueno y nos supo mejor porque lo acompañamos con buen vino. Pasamos un buen rato entre gente «superfashion» y algún que otro famosillo que frecuenta este lugar. Me gustó la experiencia, aunque no es un sitio al que yo iría por mi cuenta ni llevaría a mi gente, demasiado pretencioso y sofisticado para mí…