Un bar chiquitito, agradable, limpio, cuidado, lejos de esos bares típicos de Madrid llenos de grasa, serrín por el suelo y caspa en el ambiente. Tiran muy bien la cerveza, quizá por eso los domingos por la mañana se llena de equipos de fútbol sala celebrando el tercer tiempo y los sábados se reúné la gente joven de barrio a tomar la primera de la tarde. Recomiendo las bravas. Las patatas no son congeladas y la salsa es casera, no de esas de bote que te cuelan en muchos sitios. Por cierto, aunque me gusta mucho este sitio, me defraudó un poco que pese a su nombre no recordara en casi nada al Trastévere romano, el mejor barrio de la capital italiana.