Tabu DVD X

En muchas de mis reseñas os he hablado de mi equipo de fútbol, el Señor Levy, con el que llevo jugando quince años en la liga municipal de Carabanchel, primero al fútbol sala y desde hace seis al fútbol 7.
El nombre del equipo se lo puso el Magras en honor a uno de los grandes ídolos de juventud de muchos de mis amigos del barrio, grandes consumidores de cine porno por aquella época: El actor más dotado de los ochenta, el inigualable Randy West, 35 centímetros de superpoderes. El señor Levy era el personaje de una de sus películas.
Yo no he sido consumidor de porno, he visto algunas (tres credos y un ave maría de penitencia), pero sí he sido un gran admirador de sus títulos. Un amigo de mi barrio, en pleno auge de los video clubes, tenía en la trastienda del suyo una sección de porno en vhs. Cuando acompañaba a mis colegas a alquilar una peli guarrilla me entraba la risa floja leyendo las carátulas: El fontanero, su mujer, y otras cosas de meter; sueca bisexual necesita semental,…
La del fontanero la vi con mi primo, teníamos dieciséis, en compañía de mi padre (le dio un ramalazo de modernidad. Eran los ochenta), sin escondernos. En realidad, aprovechamos que mi madre estaba en el bingo con mi abuela.
Cuando terminó la película llamaron al timbre de la puerta. Mi padre nos pidió que fuéramos a abrir, pero mi primo y yo no podíamos levantarnos del sillón. La película nos había endurecido el corazón.
Todo esto para contaros que en este video club hay un surtido variado del mejor porno (me lo ha dicho el Magras, que sigue consumiendo), ochentero y contemporáneo. Si aún te da reparo que te vean entrar en un video club porno, decirte que está en una calle con poco tránsito, en el rastro de Madrid. Los días de diario no hay casi nadie. Aprovecha para alquilar los grandes títulos de este cine onomatopéyico.
Con la que más hayas disfrutado haz un resumen del argumento en siete palabras. No se puede utilizar, ay, uh, um ni pollón.

Ahora que tan de moda están las boutiques del sexo, o los sex shops bonitos y remodelados, donde te dan un trato agradable y sin tabues, esta tienda parece totalmente fuera de lugar.
Y es que no invita para nada a entrar, ni con tu chica, ni solo, ni nada.
Y es que es el sino de esta clase de locales, renovarse o morir, la industria de los juguetes para adultos a cambiando mucho su manera de venderse. y esta ya no es la correcta.

Este es el sitio paradigmático al que uno se mete mientras espera el autobús (mi caso) y, nada más entrar, empieza a sentirse como sucio. Como si no debiese estar en ese lugar de personas de mirada esquiva y pornazo al pormayor.
Habiendo tanto porno en internet y tan barato en los clásicos chinos, no entiendo porqué nadie iba a comprar en un sitio como este. Es un lugar frío, semi abandonado, donde los encargados ni siquiera te dedican una mirada al entrar, no hablemos ya de saludo.
Yo salí casi con el mismo impulso que entré, y eso que al ver los carteles de «DVD X» me esperaba algo bien sordidete. No mola. Ni con amigos, ni con novia ni con el Marqués de Sade.

Un letrero con luces rojas de néón (y no, no estoy escuchando a Lori Meyers) anuncia que la tienda está abierta, y asomado al escaparate encuentro a mano derecha una de las típicas sillas de chiringuito con unas páginas amarillas sobre ella.
Tal es el único elemento que descuadra en un videoclub porno cuya iluminación, soledad y frio ambiente preconizan su material propuesto al público: Porno. Cientos de carátulas con chicas en todas las posturas, imaginables e… pues eso.
Una tienda que no invita nada a entrar, pero oye, a echar un vistacito desde fuera… jeje