Oficialmente declarado lugar de cañeo predilecto de nuestro grupo, este sitio de estilo industrial es genial para tomarte unas cañas con unos amigos(al ser posible, un grupo no excesivamente numeroso, ya que el lugar no destaca por su amplitud precisamente). Las cañas cuestan un euro(sí, por increíble que parezca en pleno Malasaña es posible encontrar restaurantes baratos) y, no solo eso, sino que además las acompañan de suculentas tapas(humus, croquetas…) incluidas en el precio. Increíble, pero cierto. La verdad es que no puedo hablar de su carta ya que nunca he comido allí, pero si están en la línea de sus tapas, estoy seguro de que es un lugar más que recomendable. Además, la amabilidad de su camarera y el ambiente que suele haber invitan a tomarse unas cañas y charlar rodeado de amigos.
Pablo D.
Classificação do local: 4 Pozuelo de Alarcón, Madrid
Un sitio pequeño(realmente pequeño) que sorprende por la decoración y en especial por el menú. Sin mayores pretensiones que las de ofrecer una comida variada, original y buenísima, Show Kitchen tiene unos precios que no te puedes creer cuando ves la calidad de los platos. Podrías encontrarte su ensalada de mango liofilizado o su riquísimo taboulé en cualquier restaurante 5 estrellas. Por ponerle alguna pega, las dos o tres mesitas de las que disponen si quieres comer con respaldo son algo inestables, así que cuidado si pedís algo con salsa, ¡porque además son de tablas con huecos! Aparte de eso, «Chou» Kitchen, como lo llama su simpática dueña, es una agradable y refrescante sorpresa en pleno San Bernardo. Un imprescindible si pasas por la zona y encuentras hueco para comer o cenar.
Lolo R.
Classificação do local: 4 Madrid
Adoro el estilo industrial. Entrar en algún sitio y ver que está prácticamente hecho de hormigón armado, con todas las vigas vistas y con mucho metal, me atrae a la primera. Si además es un restaurante cuya mayor parte de los electrodomésticos están fuera de la cocina(por algo se llama Show Kitchen), pues mejor. Yo había pasado varias veces por la puerta, pero no fue hasta un día que mi frigorífico daba auténtica penuria cuando me decidí a ir y probarlo, porque prácticamente no tenía nada que llevarme a la boca. El sitio tiene WiFi, así que un punto a su favor. Me coloqué en las barras por si acaso venía alguien, porque vi que el sitio era bastante chiquito, pero la verdad es que tienen un sofá que me llamaba a gritos, y nadie lo ocupó en el tiempo que estuve. Pedí menú del día, por 9 €, y comí de primero hummus y de segundo mini burritos de pollo. El menú viene en su bandejita de metal, que es una cosa que me fascinó, y la verdad es que me ganó desde el principio. Eso sí, la ración era un poco demasiado grande, y al final terminé un poco harto del hummus. Estaba riquísimo, y encima tenía algún toque dulce entre medias que lo hacía riquísimo, pero he de reconocer que era demasiado para mí. Los miniburritos de pollo estaban bastante picantes. Yo creo que soy bastante tolerante con el picante, y aunque estaban buenos, mataba un poco el sabor. Eso sí, convendría decirlo en la carta, porque conozco gente que no se podría haber acabado ni la mitad del primero. ¡Pero eran adictivos! Me los comí uno detrás de otro casi sin pestañear. Acabé llenísimo, pero soy de la opinión de que siempre, SIEMPRE queda sitio por el postre. Pedí mousse de chocolate, que soy muy goloso. Creo que el sitio es un poco nuevo, y obviamente le quedan cosas por pulir. Pero tienen buenos cimientos, la verdad. El menú del día tiene un precio imbatible(creo que puedo contar con los dedos de una mano los lugares de la zona donde comes por nueve pavos) y el servicio es increíblemente bueno. Te preparan lo que quieras de la carta para llevar, la dueña(o la que creo que era la dueña) es simpatiquísima y estoy seguro de que por la noche preparan cócteles y combinados que es un primor. Habrá que ir…