Picnic

Uno de los mejores gatitos de Malasaña para tomarte una previa o reunirte con los amigos en la planta de abajo. Tienen Estrella Galicia y Punk Ipa, lo cual les da muchos puntos a favor y, además, preparan unos gin tonics con frutos rojos buenísimos.

No estuve demasiado tiempo, lo que duró un tercio de Estrella de Galicia. Pero percibí que este sitio es para tomar unas copas o tercios y escuchar buena música.
La decoración es curiosa, con sofás y asientos antiguos, cuadros con marcos dorados y floripondios, muy modernete. Tiene dos plantas, en la de abajo antiguamente hacían conciertos en acústico, pero debido a la queja de vecinxs terminaron por dejar de hacerlos, una pena.
Un bar de los que ya, cada vez hay menos en Malasaña, por lo que recomiedo seguir yendo a tomar algo, ya que hay muy buen ambiente y buena música.
Tenían carta con tartas y alguna cosa más pero no puedo comentarla porque no las probé ni las vi, eso para otro día.

Soy muy fan de este tipo de sitios. Un bar de copas como Dios manda. Con dos ambientes distintos.
Conocí Picnic hará cosa de un mes, habíamos quedado allí con una amiga en una de mis visitas a Madrid y, a pesar de que estaba hasta la bandera y había mucho ruido, lo pasé muy bien. Resulta que este sábado volví a ir, como colofón a una tarde en el Espacio Fundación Telefónica culturizándome un poco. Mucha menos gente a esa hora (eran las 8 y media como muy tarde), entramos, bajamos a la sala de abajo que estaba casi vacía y pedimos tres cervezas. A ver, Madrid es caro, pero un tercio de estrella Galicia por 2,5 euros no está del todo mal. Además, la camarera, muy maja, te ofrece rebujinas (ella lo llama panchitos). Tomamos dos rondas, y nos dieron como las doce y media casi sin darnos cuenta, señal de que lo estábamos pasando bien.
La decoración es curiosa, muy (dios me libre de usar esta palabra) vintage, un poco cargada, pero sin ser agobiante. El local está dividido en dos espacios, la parte de arriba, a nivel de calle, que es más bar y la parte de abajo, que es como un pequeño saloncito donde se puede pinchar música, poner alguna proyección, o sencillamente estar sentados en una mesa tomando una cerveza.
Me gustó mucho este sitio y seguramente acabe volviendo. Eso sí, aquí descubrí que no me gusta la michelada ;)

Un sitio de feligreses. Bar mitiquísimo de malasaña. Hace mil años se llamaba Número 2, y estaba «decorado/​amueblado» con muebles e historias varias recicladas de la basura de cuando en el barrio habia recogida de muebles los martes. Han sabido mantener ese espíritu ecléctico tanto en la decoración como en la carta porque puedes pegarte desde una merendola con un té rico y tarta (cuando se las trae la señora que se las hace), hasta tomarte un coctel o una buena estrella galicia. Es un sitio para tomarte algo y charlar, escuchar buena musica y jugar a adivinar caras de los famosetes de la tele y el cine que rondan por alli.

Un clásico de la noche madrileña por la zona baja de Malasaña. Local amplio con 2 plantas. Decoración muy original y ambiente variopinto. Este es el típico sitio donde te vas a encontrar muy cómodo con tus amigos, tanto para tomar una cerveza como un cóctel.

Picnic tiene para mí ese encanto especial de los sitios con personalidad y que saben adaptarse a las diferentes horas del día. Es un sitio fantástico para ir por la tarde con tu pareja y tomar un café o té (Tienen una carta realmente amplia) y una porción de Quiche o Tarta de Zanahoria, que son de lo más rico. De noche, se convierte en un bar — coctelería de lo más animado, con una carta de Gin Tonics fantástica y precios más que ajustados. Si a eso le sumas una decoración Kitsch de lo más chula y buena música, tienes como resultado uno de los mejores sitios de Malasaña en mi humilde opinión.

Si quieres un bar de modernos este es tu local. Puedes encontrarte a Amaral cualquier noche, es la segunda vez que vengo y las dos veces me la he encontrado. Bar de copas donde hacen monólogos y algún que otro conciertillo.
Un cubata por 6 €

Uno de mis recuerdos más queridos en este sitio fue esperar aquí junto con un amigo a que España perdiera el Mundial hace unos años; recuerdo que bebíamos cervezas y refrescos en este, que parecía ser el único local de Madrid sin televisión, mientras nos felicitábamos porque el infierno futbolístico terminara, y entonces… Bueno, entonces llegaron los gritos y los latinoamericanos y chinos en la calle con la cara pintada de rojigualdo y sus camisetas con nombres de señores que no sé quiénes son, y luego tardé casi 2 horas en caminar por Madrid hasta un sitio al que hubiera tardado 40 minutos si las hordas balompedísticas no hubieran tomado el control. Un infierno que pude llevar mejor mientras estuve dentro del local, en el que no pasaba nada y todo era mejor.
Después también recuerdo la fiesta de presentación del tebeo de unas amigas mías, en las que se reunió lo más granado y florido de ese sector del frikismo patrio y en el que, en la amplia planta de abajo, todos nos sentimos arropados y queridos por aquellos que son, como nosotros, los parias de la tierra cultural, especialmente en este país de fútbol y… Espera, estoy apreciando cierto patrón de odio aquí…
Pero ahora quiero hablaros de la tarta de zanahoria que me comí el otro día. Menuda tarta, amiguitos, y eso a pesar de que acababa de ponerme ciego a comida china y pensaba que iba a explotar. Incluso el detalle de las zanahorias de azúcar encima, que suele ser mala señal que intenta esconder algo, resultó delicioso esta vez. El bizcocho estaba en ese punto justo en el que la esponjosidad se mezcla con la textura crujiente de la hortaliza y cada paletada que te llevas a la boca es una explosión de sabor que, si bien no te salta los dientes como una esperaría de cualquier explosión en la boca, sí te hace segregar endorfinas que son muy necesarias en esta época en la que solo queremos quemar cosas.
A mí me gusta mucho este sitio con sus sofás y su decoración y sus tartas, y si no vengo más es porque soy un vago que intenta no salir del radio de su casa salvo que le arrastren las circunstancias. Pero vosotros deberíais ir.

Es uno de esos lugares que cuando entras te da la sensación de que vas a estar a gusto, pero luego no te acabas de encontrar cómodo. Un copa un domingo por la tarde, o un agua con gas. Un cero para esos camareros que te dicen que no cobran por sepado, cuando vas con un grupo de 10 personas que unos se llegan antes otros después, y que es imposible hacer cuentas entre ellos.

Otro de tantos sitios de los que había oído hablar pero que todavía no había tenido la oportunidad de conocer. Y ayer fue el día.
La verdad es que no tenía muy claro qué esperarme, porque tenía entendido que era de esos garitos nocturnos que también están abiertos por la tarde, cuando dan meriendas. Pero me sorprendió gratamente.
La decoración un tanto kitsch, que roza incluso lo hortera, es lo más (mención especial a la cabeza de ¿ciervo? –que espero que sea falsa– sobre la puerta de la entrada), y mola que tenga dos plantas, cada una con un rollo similar a la vez que diferente.
Sobre los precios, confieso que solo me pedí un zumo, y lo cierto es que me pareció barato; también vi de refilón la carta de cócteles y no me parecieron excesivamente caros para estar donde está el sitio. Tengo ganas de ir en plan merienda, que además tiene pinta de que los ventanales que dan a la calle se abren de par en par cuando llega el buen tiempo (que este año se está haciendo de rogar…).
El trato… La verdad es que tuve la impresión de que, si quisieran, podrían ser un poco más majetes, pero nada que hiciera que no quiera volver.

Uno de esos sitios recomendables para tomarme un café con un trocito de tarta a media tarde. Y es que su tarta de zanahoria es brutal. Un imprescindible para todos aquellos que, como yo, se mueren por el dulce.
Su carta de infusiones es amplia. Yo me lanzo siempre a por su Apple Pie por lo que no os puedo hablar demasiado de otras opciones. Eso sí, ésta os la recomiendo.
Pero no todo es idílico en Picnic. Como muchos garitos de Malasaña, se creen que pueden fijar los precios que quieran. De ahí que, bajo mi punto de vista, sea algo carete. Y más, teniendo en cuenta que los camareros (que no destacan por su simpatía precisamente) no sirven en la mesa.
Sobre la fauna que te encontrarás en él. Mucho modernete de veinte y treinta y tantos.

Un sitio al que me gusta mucho mas ir desde que no se puede fumar, antes no se podía ni respirar, aunque ahora no huele demasiado bien, sobre todo la parte de abajo.
El ambiente es de moderneo de unos veintitantos, un poco jovenzuelos y la mayoría estudiantes, la verdad es que depende un poco del día y la hora.
Me gusta tomar una primera copa allí de tranqui, porque bailar no es que se pueda mucho, la música a veces la tienes que intuir o directamente imaginartela.

Un tirón de orejas para todos esos garitos en los que no te ponen nada con la caña. ¡Que la tapita es nuestra tradición! ¡Que es lo que nos convierte en un país mejor al resto! Ok, de acuerdo, el Picnic no es un bar de tapas, de los de patatas bravas y eso, pero si abren por la tarde y te ponen una cañita en vaso pequeño, como los bares de tapas, que también te pongan aunque sea un par de patatitas fritas.
Dicho esto, buena música, un sofá muy comodón, decoración chula y en la planta de abajo tienes un par de rincones agradables con poca luz de los que esconderse del mundanal ruido y hablar en intimidad.

Me mola. Un sitio tranquilo para echar la primera, y aprovechando que ya tienes mesa, quedarte hasta que cierren. La planta de arriba es estrechita, pero abajo suele haber sitio si no vas muy tarde. A mí me parece un local agradabilísimo, con intimidad, y en el que siempre me lo paso pipa.
Si te gusta Deluxe, que sepas que Xoel López es uno de sus propietarios. También me consta que hacen conciertos en acústico de ese mismo rollo, aunque yo nunca he estado en ninguno. Muy de la Calle Pez. De mis Top 10.

Es un local nuevo de la familia del tupperware. Un sitio acogedor para tomar un café por la tarde o una primera copa por la noche. Tiene dos plantas, la planta de arriba una zona más traquila y la de abajo más tipo pub y en la que se hacen conciertos acústicos. Un sitio muy bueno y recomendable