Palacio de Vistalegre

Después del concierto de Mumford and Sons de la semana pasada no vuelvo. He estado otras veces y el sonido siempre ha sido regulero tirando a horrible, pero desde que te obligan a subirte a las gradas por el efecto Madrid Arena… es un desastre.
Es un poco chungo que esta sea la opción entre la Riviera y el Palacio de los Deportes, ya no solo por el tema del sonido, sino porque está mal ubicado y en caso de que quieras desplazarte en coche, horrible para aparcar.
Los que os gusta disfrutar de los conciertos como se merece, no solo del postureo que implica desde que existen móviles, evitadlo a no ser que os muráis de ganas de ver a quien allí tiene la desgracia de actuar

Plaza de Toros cubierta en Carabanchel, para conciertos el sonido no es nada bueno para los que estan en las gradas, en la arena se oye bastante bien.

He conocido el Palacio de Vista Alegre hace pocos años. Y he ido en varias ocasiones.
La primera vez no fue muy afortunada porque fui a ver ópera y es un desastre total. Nada recomendable para ver ópera. La acústica no es buena y estás demasiado lejors.
La segunda vez fui con el peque al concierto de los Cantajuegos. Igual es que me importaba menos porque el peque se lo pasó genial, pero fue pasable.
Las mejores y últimas veces es cuando voy a ver los partidos de baloncesto. Definitivamente está hecho para ésto.
Así que ya sabes: ópera, no; conciertos, depende y partidos de baloncesto, ¡sí!

El día que monte un lugar para conciertos, por favor que alguien me recuerde que se tiene que escuchar bien, por que si no es mejor no montarlo y que me pase como el palacio de Vistalegre.
Un par de conciertos a los que he ido, además de la frustración propia de mi altura que me impide ver los conciertos, esta lata de berberechos me impidió oír con normalidad.
Lo cierto es que este sitio me trae malos recuerdos, esa sensación de «he pagado para nada» no es agradable y cuando vuelves a ir, emocionada por el grupo de música y esperando que esto no vuelva a suceder, el Palacio te la vuelve a liar.
Ni vista ni oído alegre…

Vaya por delante que no me gustan los toros (bueno, los toros sí me gustan: lo que no me gusta es la gente que los tortura hasta la muerte, ni la otra gente que aplaude y jalea al contemplar semejante «espectáculo»). Una vez claro esto diré que en mi barrio, cuando yo era pequeño, había una plaza de toros –à la que los vecinos llamábamos con cariño «La Chata” — que siempre consideré parte importante de mi patrimonio histórico personal. Aún conservo una vieja revista del barrio, en una de cuyas fotos se nos ve a mi madre y a mí (a mí en plano medio, a ella en plano americano) paseando por delante de uno de sus portones.
Pero mi cariño por «La Chata» se debe a un recuerdo muy concreto. Como sabréis, en la plaza de toros de Vista Alegre, aparte de corridas y mítines políticos, también se celebraban conciertos. En particular, allí tuvo lugar el primero del que tengo recuerdo: los Ramones, el 26 de septiembre de 1980, a las ocho de la tarde; uno de los conciertos míticos de lo que se vino a conocer como «la Movida madrileña». Un acontecimiento histórico (al menos para mí) que tuve el privilegio de escuchar desde la ventana de la cocina de mi casa.
Yo tenía cuatro añitos, y aquello me marcó para siempre. Recuerdo que ya me gustaban los Ramones, gracias a mi madre y a mi tío, y que aquella tarde, paseando al lado de la plaza, le monté un berrinche del copón a mi madre porque quería ir al concierto (ella consideraba que yo era demasiado pequeño y que podía ser peligroso). Entonces, unos punkis que estaban mangando una de aquellas escaleras de los empleados de Telefónica para colarse a la plaza por una de las ventanas, al oírnos, le dijeron a mi madre: «colega, déjanos al niño, que si le molan los Ramones, lo colamos para que vea el concierto con nosotros, que no le va a pasar nada…».
Desgraciadamente, a mi madre no le moló el plan. Siguiente plano (interior, anochecer): el pequeño Robertito, apoyado en el alfeizar de la ventana, escuchando el concierto con cara de pocos amigos (de fondo: «Hey!.. Ho… Let’s go…», etc.).
Éste es mi recuerdo de «La Chata». El epílogo lo situaremos en febrero de 2006, cuando volví al barrio tras haber vivido fuera de Madrid desde 1990. Al abrirse la puerta del vagón en Vista Alegre sentí un hormigueo nervioso recorrer mi estómago. Salí del Metro a paso ligero, ilusionado e impaciente por volver a recorrer «mis» calles. Cuántos recuerdos… Todo estaba parecido a cuando lo dejé. Iba tan contento hasta que me asomé al lugar donde estaba la plaza de toros. Entonces, descubrí horrorizado que me la habían robado, y en su lugar encontré un horrendo mamotreto de hormigón, mucho más grande que la antigua plaza, que se había comido toda la explanada anexa, ahogándome…
Siguen haciendo conciertos en lo que ahora se llama pomposamente «Palacio Vistalegre», pero no he ido a ninguno (la mayoría son de bandas comerciales). Me han comentado que la acústica deja bastante que desear… Pero claro, había que meter allí un «cortinglés». Para qué iban a restaurar un edificio emblemático que llevaba en el barrio desde 1908 (cuando Carabanchel era todavía un pueblo, bastante antes de que lo absorbiera Madrid). Qué mierda todo…

La nueva plaza de toros de Carabanchel, lugar de toros, conciertos, el mercado de vistaalegre y zona de tapeo, ademas hay un corte ingles e hipercor
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