Mi chaqueta vaquera tenía agujeros y algún remiendo, pero al peluquero que me recibió le dio igual. Me la quitó delicadamente y la trató como si fuera una americana de terciopelo, colgándola en una percha. Me ofreció café y me sentó frente al espejo. Y ahí empezaron los problemas(decir problemas es exagerado, pero no se me ocurre otra cosa). Me preguntó qué corte quería. Yo se lo expliqué como pude, con bastante torpeza. Y él, evidentemente, no preguntó más e hizo lo que pudo. Cortó y recortó mucho(más de lo necesario), con parsimonia. Luego, como es habitual, barrió los pelos con un cepillo, me aplicó productos en la cabeza y, finalmente, conmigo ya de pie, me puso la chaqueta vaquera ceremoniosamente. 12 euros me cobró. Cuando me iba, me miré en el espejo de reojo y no me gustó demasiado lo que vi; suele pasar. Lo que pasa es que, no muy lejos de aquí, sin tanta historia, un chino te hace el mismo corte por 6 euros, en 5 minutos.