Ole con Ole

Ni la música, ni la decoración…La verdad es que no sé porqué, pero si quiero vivir una auténtica #nocheloca en la capital, al final siempre acabo viniendo a este garito.
Decorado como el antiguo tablao flamenco que era, muchas de las cosas que te rodean desde que entras evocan más a sevillanas que a lo que realmente hay. Desde las puertas imitando las entradas de hierro forjado con filigranas típicas del sur, hasta las paredes verdes, retratos de la Virgen (y hasta de María Jiménez).
De música, pues un poco de todo, la pachanga se adueña del garito y la gente se vuelve loca.
Y las consumiciones… pues bueno, 9 € las copas y 5 € las cervezas, es caro, sí, pero bueno, no mucho más que cualquier sitio que habrá hasta las 7 de la mañana, como es el caso. A partir de la 1:00 cobran entrada, 10 €, con una consumición, que tampoco es excesivo.
El caso es que, con esta descripción, ni yo mismo entraría, pero aparte de que siempre te lo puedes encontrar lleno, el Olé con Olé tiene algo y las noches más legen… wait for it… dary van unidas al nombre de este local.

Un buen sitio para esas horas de la noche en las que no eres nada exigente. Es un lugar para seguir bebiendo, con gente a la que conocer y con música para bailar. El alcohol no me parece de los mejores y la música es comercialota, pero no suele haber grandes colas, la entrada (con consumición) creo que son 8 € y encima abre hasta tarde, algo genial cuando has salido por La Latina y a las 2,30 te encuentras con todos los sitios echando el cierre.
De noche, todo los garitos son pardos…

Andalucía en Madrid, mejor dicho… lo mejor de Andalucía en Madrid. Yo que soy mucho del sur, de la cultura y de sus gentes, creo que por eso me siento tan bien cuando voy al Olé con olé.
Entras y crees estar en el típico patio andaluz con todos sus detalles y sensaciones. La música es muy variada ya que te puedes encontrar desde la música comercial de siempre hasta flamenco, salsa o reggaetón. Además el ambiente y el precio no están nada mal.
¿Te animas?

Esta discoteca me sorprendió desde el momento en que bajé las escalinatas que llevan a su pista. Exteriormente no llama la atención pero una vez dentro, te traslada a un patio andaluz con todos sus detalles, desde los barriles de brandy a modo de mesa como los azulejos con mosaico al estilo «al-​andalus».
Lo bueno que tiene es que la entrada no es cara e incluye consumición y disponen de servicio de guardarropía. La música va desde los temas más sonados en los ochenta a lo más comercial de hoy en día. La verdad es que nada tiene que envidiar a los locales de las playas de la costa mediterránea. Ahora, lo mejor de todo… el tablao flamenco y la foto de Lola Flores a tamaño «enorme» que hay detrás de una de las barras.