Lo mío con Portugal es amor verdadero. Siempre que me preguntan a dónde quiero ir de viaje, alguna de sus ciudades está en mi lista y siempre que he visitado este país vuelvo con los ojos como platos y cierta sonrisa bobalicona. En cuanto a su gastronomía, la considero una auténtica proeza digna de ser alabada muchas veces. Quien opine como yo, conocerá de sobra el popular restaurante Tras-os-montes, por muchos llamado«el mejor restaurante portugués de Madrid». Este local sobre el que aquí comento es su hermano gemelo; mismos dueños y casi mismo barrio y, por tanto, misma carta y calidad, que es lo que importa. El interior está decorado con estilo portugués de azulejos, recias sillas de madera y manteles y entelados por doquier. No es que me emocione en exceso, pero sí me sorprende favorablemente el contraste con muchos de los locales del barrio, que comparten interiorista con la sala de espera de Alsa en Avenida de América. En cuanto a la carta, cometimos el error de pedir el menú degustación. Fue un error por exceso, provocado por la gula y la emoción de probar la especialidad del lugar: el bacalao cocinado de mil maneras diferentes. Por eso, puede que los siete platos elaborados a base de este santo y glorioso pescado puedan resultar inacabables para un ser humano estándar y nosotros, que lo somos, pedimos para llevar lo que nos sobró. Pero estaba todo riquísimo, desde los hojaldres hasta el plato principal, a cada cual más delicioso, en perfecto orden de tamaño y sabor desfilando con presentación previa ante nuestros hambrientos ojos. Los simpáticos camareros portugueses y la fiesta de aromas y sabor, terminan ya de emocionarte y acabas planeando escuchar más fados en tu vida y, tal vez, viajar más a menudo a Portugal. Para quien no pueda hacer ninguna de estas dos cosas, recomiendo que al menos visite el restaurante una vez: merece la pena.