Este año, este chulo de «Las Letras», decidió que ya era hora ponerse chaleco y parpusa y salir a la pradera a engatusar a algún gachó o gachí para que me sacara a bailar un chotis, a comer rosquillas y a beber limoná. Pero ¡Ah! Problema, parpusa hace años que no sé donde se me perdió y el chaleco que tenía estaba ya más pasado que el aceite de cualquier puesto de gallinejas. Así que, tras mirar por varios sitios para conseguir la vestimenta de la manera más barata y de mejor calidad posible, desistí. Y es que si de algo debe presumir un chulapo castizo es de además de aparentar, debe saber que lo que lleva es bueno. Maty era una de las opciones que barajaba, y tras ver un comentario por aquí el mismo día en el que se me agotaba el tiempo, para allá que me encaminé. La verdad es que la tienda tiene solera. Nada más bajar esas escaleras y acercarme al amplio mostrador de madera que te separa de las personas que atienden, vi como allí las faldas largas y las mangas de farol, las parpusas y los pañuelos volaban de cliente en cliente. Esta vez me dije para mis adentros«¡Tate! Esto está fetén. Este año, este chispero no se va a Las Vistillas sin su atuendo.» En cuanto abrí la boca, ya me estaban encomendando a una mujer, que más tarde supe que tenía los 91 años que, con un solo vistazo, me dijo que talla de chaleco y gorra debía probarme. La mujer, que sinceramente, me atendió como si estuviera vistiendo a su propio hijo para su boda, me trajo el chaleco, me lo ajustó, me trajo el pañuelo que me lo colocó de una manera muy profesional y me puso la parpusa de lado diciéndome que un buen chulapo debe ir chulo, erguido y con la mirada siempre hacia arriba. Estos consejos los asumí muy bien en los días posteriores mientras recorría el Madrid más castizo en las fiestas del patrón. La tienda, que más quisiera más de un local en plan vintage, está llena de trajes, ropa de flamenco y otros trajes regionales. Baldas llenas de ropa, cajones con un montón de complementos. Da gusto saber que en Madrid algunos negocios siguen funcionando pese a que han pasado por allí más años que manolos y manolas se pasean por las fiestas de La Paloma.
Lolo R.
Classificação do local: 5 Madrid
Fui el otro día, en la busca y captura de un nuevo chaleco de chulapo para mi tradicional chulapismo de San Isidro(el antiguo se me ha quedado un poco pequeño), y me fui de allí encantado. Me atendió una señora mayor que, si se descuida, salgo por la puerta de Maty también con un tutú, unas zapatillas de ballet, una falda de flamenca y unos zapatos de taconear. ¿Por qué? Porque era la típica señora criada en la vieja escuela, que sabe vender. Era amabilísima y muy educada, me hablaba constantemente de usted y se refería a mí en todo momento como«el caballero». Que así dicho suena un poco caspa, sobre todo para mí que tengo 33 años de nada(guiño, guiño) pero lo cierto es que la mujer se refería a mí constantemente de forma muy educada y nada impostada, tremendamente natural. Ella se cuidó muy bien de sacarme dos chalecos(el barato y el caro) y de apuntar con muy buen tino las diferencias entre el apresto de uno(el caro, obvio) y el otro. Comentó también las diferencias entre uno y otro, sin desmerecer al barato, pero sí comentando el motivo de la diferencia de euros(básicamente, está forrado, tiene bolsillos y es de mejor calidad). Por supuesto también me preguntó por la parpusa y el pañuelo. Tengo de los dos, y pañuelo no me llevé, pero me sacó una parpusa tan buena y tan barata, que no tuve más remedio que salir con ella por la puerta en cuanto pude, porque ya vería que lo siguiente era«y caballero, dígame, ¿usted tutú tiene?». Trato fantástico, muy buen servicio y atención al cliente, personal simpático y variedad en el producto(que no se traduce en precios excesivamente caros). Muy recomendado.
Ginebra T.
Classificação do local: 5 Madrid
Esta es la otra tienda de Maty, donde te ofrecen todo el calzado de danza imaginable(si le pones filis vale también para la calle, esto es un truco de mujer) y trajes regionales maravillosos y un par de burros de gangas en ropa de danza. Las dependientas, consecuentemente con su historial, son rancias(a mí eso me encanta) y profesionalísimas, y si se te ocurre apoyar una punta fuera del fieltro que te ponen en el suelo te cascan una colleja.