Pues la verdad es que este sitio está pensado para dar imagen de marca, pero lo que viene siendo un sitio recomendable… va a ser que no. La mayor utilidad que le veo es tomarte una cervecita mientras esperas a alguien que has ido a recoger al aeropuerto. Mi experiencia fue la siguiente. Llegué pronto al aeropuerto, miré el panel de vuelos y me sobraba tiempo. Además era hora de la merienda y tras ver el letrero de Mahou casi empiezo a salivar. Sabía que iba a ser caro, pero me daba igual. Opté por un tercio y un pincho de tortilla, que salió por unos 7 euros. Lo único que me gustó del sitio fue su decoración, con detalles de la historia de la marca, algunas imágenes antiguas de Madrid y la exposición de botellines clásicos. La cerveza no estaba nada fría y la tortilla muy seca, a pesar de que me pusieran pan con tomate para acompañarla. El servicio digamos que es como cualquier otro de los del aeropuerto: serio pero impersonal. Aún así, si lo tomamos como lo que es, una especie de stand de una feria, en lugar de un bar/restaurante, la experiencia no tiene por qué ser mala, si bien es difícil darle mayor puntuación.