Este restaurante tienes un par de cosas que te echan atrás. Es caro y al estar fuera de Madrid tienes que coger el coche. Pero un día es un día(para eso uno se quita de otros caprichos), y teniendo en cuenta que hay mucho restaurante de chicha y nabo que te sale por un ojo de la cara, vale la pena pagar un poquito más para subir literalmente al cielo. El restaurante tiene casi cien años de antigüedad. Si, si. Aquí sí se puede decir aquello de «de toda la vida» y es muy agradable y acogedor. El único pero que le encuentro es que no me agrada que esté decorado con tanta cabeza de animal, pero en fin… Las especialidades… Bueno. Yo creo que aunque escojas cualquier plato de la carta al azar, todo sabe a gloria. Da igual que sea una ensalada, cordero asado, un pescado, unas chuletas de cordero, una tarta… Son unos maestros de la buena cocina, aunque desde el momento que entras tu olfato te aconseja que pruebes alguna carne a la brasa. El servicio es muy bueno y si se puede comer en la terraza cuando haya pasado el frío, es algo que yo recomiendo. ¡Pero tampoco pasa nada por ir en invierno!