La Libre

¡Qué sitio tan espectacular!
Con lo que me encantan las librerías y los cafés, no me lo pueden poner más fácil.
El sitio es encantador. Me alucina la decoración: sillones antiguos, sofás, sillas rollo vintage, todo lleno de color (primordialmente rojos, pasteles, etc). Lleno de libros por todas partes. Es un sin fin… creo que uno de estos días me tengo que escapar yo sola e ir a tomarme un café largo mientras me tomo el tiempo de ver un poco porque ¡hay de todos los estilos!
El ambiente es acogedor: en el interior pocas mesas pero bien. Tienen terraza cuqui también que da a la esquina. Hacen brunchs y os digo que toda la bollería y cositas saladas que tenían en el mostrador tenían una pinta de la muerte.
¡Pienso escaparme un día de estos y probar más cosas! Me ha encantado.

Una de las primeras cafeterías /​liberías de Madrid, de esas que a la postre tan de moda se han puesto, es La Libre de Lavapiés. Situada casi al final de la calle Argumosa, muy cerca del Reina Sofía, es el sitio ideal para ir a desayunar, tomarse un café rápido (o lento) y/​o meterse un tentempié entre pecho y espalda a mitad de mañana.
El sitio es bastante coqueto, chiquitito, y tiene eso que tienen las cafeterías modernas: está lleno de sillas vintage. A mí personalmente me gusta. No son nada rápidos (las verdades hay que decirlas) pero son muy simpáticos y tienen una selección de libros cuanto menos curiosa e interesante.
También tienen una terracilla en la calle Argumosa, «el paseo marítimo de Madrid».

Sólo he estado una vez, pero me ha enamorado. A pesar de que había una terraza estupenda, fui con mi acompañante al interior, que nos producía algo más de curiosidad. Está decorado de forma muy sencilla pero con muy buen gusto. Sillas y sillones diferentes entre sí, mesitas, incluso un sillón con una mesita de café delante. Estanterías con libros de toda clase (le da muchísimo encanto)… Nosotras nos sentamos junto a la ventana grande del fondo, donde hay un alféizar. El sol entra levemente por ahí y es una maravilla. Disfrutamos de una granizada de limón (natural, muy muy rara, porque no tenía aspecto –ni sabor– de granizada, pero bastante buena, y que no costaba ni 3 €, lo cual es raro porque en cualquier sitio te clavan más que eso), y además la carta era de lo más variada (tés, zumos naturales, batidos, refrescos, algo dulce para picar…).
La música crea un ambiente ideal y tranquilo para charlar sin estar molestos por el «chunda-​chunda» que ponen muchos otros locales.
Tengo que decir que, además, el camarero nos atendió genial. Fue simpático y muy atento (cuando se me atascó la pajita se acercó a nuestra mesa por su cuenta y nos ofreció una nueva, parece una tontería, pero eso no lo he visto en ningún sitio).
Sin duda es un lugar al que pretendo volver, especialmente en estas calurosas tardes de verano. Se lo recomiendo a todo aquel que busque un lugar tranquilo para charlar y pasar la tarde.

Very nice experience. The best of all: friendly staff… specially Lorena.
Highly recommended!!!

Que bien se está justo a la ventana abierta y con solecito en la cara. Este tipo de establecimiento, mitad librería-​mitad cafetería, cada vez abunda más en Madrid. Es de agradecer, por la energía positiva que da, lo bonitas que son y loa agradable que es leer y tomar café. En la libre tienes que tomarte un rico zumo de naranja y fresa junto a un hummus muy rico con zanahoria y pan para picar. Los zumos dependen de la temporada de frutas en la que estemos.
Que ganas locas de empezar la época de limonada y solecito. Es el mejor placer del mundo :) :)
Es pequeñito así que ve pronto y tienes brunch todos los días de la semana!

Un ambiente muy agradable, un café muy rico y cierto estilo Hipster más propio de Malasaña que de Lavapiés, pero que me hace sentir en casa.

Love, love, love this place. It’s a 5 minute walk from Atocha train station. It’s open all hours, which is good when travelling. We had an early lunch (by Spanish standards). There were loads of yummy sandwiches and nice desserts. There is a menu in English, although it is not as complete as the Spanish one. Super friendly service, great atmosphere. A real find!

Tras recorrer la calle Argumosa sin encontrar una triste mesa en ninguna terraza, ya terminando la calle nos topamos con La librería de Lavapiés.
La terraza llena, como todas las anteriores, pero al lado de la puerta vemos una mini mesa con unos mini pufs. Son nuestros.
Pedimos una caña, fuera no sirven caña, sirven dobles, pedimos dos dobles (los cuales eran cañones, cerveza en vaso de sidra) y los acompañan unas tostitas con hummus. Muy ricas. El pan estaba recién tostado, que parece una tontería, pero a las 21:00 no es de extrañar que en la tapa gratis que va con la bebida el pan se encuentre tirando a chicloso o duro.
Las camareras super agradables y simpáticas.
Por dentro es una monada, observé que tenían bastantes dulces con una pinta estupenda, el ambiente es muy íntimo y tiene varios sillones y sofás llenos de gente.
Volveré sin dudarlo.

This bar is great! It’s interior design reminds me at a living room, really beatiful! It’s — how the name says — full with books that you can pick and read as long as you’re in the bar! Drinks are nice and there is some creative fresh-​made food stuff! very cool! I had an housemade Icetea only which was perfect! While drinking it I’ve choosen one of all this books and scrolled in it!

Tengo esta cafetería-​librería a 1 manzana de mi casa y, tras varios años viviendo allí, creo que no he entrado más de 3 veces; muy mal por mí, obviamente, porque es un sitio estupendo. Si hace buen tiempo, terracita o mesas de los ventanales abiertos, y si no, pues en cualquiera de sus 5 mesas, que se está muy bien mientras te comes unos productos más o menos artesanales, algunos de ellos hechos con ingredientes biológicos, y te tomas un café o una infusión mientras lees con música bajita puesta de fondo. La verdad es que es realmente acogedor.
Además se ve que es gente que se trabaja el local con ganas a la par que colaboran con ONGs y otras iniciativas sociales (ahora permiten dejarle el café pagado a gente sin recursos), e incluso tienen artículos interesantes fotocopiados y subrayados, revistas para ojear, puedes mirar los libros…
Cada día me gustan más este tipo de locales que empiezan a abundar en esta ciudad (¡incluso yo proyecté abrir uno antes de mi actual trabajo!), y creo que este se va a convertir en uno de mis preferidos por méritos propios.

Genial para pasar cualquier rato solo o acompañado en un sitio acogedor, tranquilo con buena música desde fados, pasando por tangos, Mercedes Sosa o Serrat.
Ahora tienen terraza.
Los desayunos incréibles! Infaltable terminar el finde allí los domingos por la tarde.

Totalmente de acuerdo con Nuria G., parecen ignorarte. Quizás sea una buena idea esta mezcla de café y librería, pero a mí me dio la sensación de que si no eres «de los suyos» pasan de ti bastante, como si no estuvieras allí.
Escuché como uno de los camareros (imagino que la palabra «camarero» no le agradará, pero no se me ocurre otra, soy así de simple y poco original) hablaba con un cliente («de los suyos», claro está) sobre la crisis, sobre lo horrorosos que eran todos los políticos…, pero después finalmente descubrí como esta gente tan solidaria, tan del comercio justo, están ayudándonos a todos a sobrellevar estos malos tiempos: COBRANDO CADA CAFÉ A 1.50 EUROS Y CADA PASTITA RELLENA DE MANZANA A 2.20.
¡Vivan los solidarios enrollados!

En este pequeño café de tinte bohemio hace las delicias de todo madrileño, por el encanto de su espacio (mesas bajas, decoración más que agradable, carta de riquísimos cafés, tés y bollería) y por la posibilidad de escoger un libro entre los cientos que posee, justo en la estantería de al lado. Y si no sabes cual coger, no te preocupes, sus camareros estarán allí para aconsejarte.
El sitio perfecto para conversar, consultar algún libro o incluso conectarse garcías a su red WIFI. Ya sabéis, ambiente parisino al más puro estilo lavapiense!

Una diminuta cafetería-​librería, que te hace sentir como en casa. La Librería de Lavapiés es un pequeño local en calle Argumosa, a casi una cuadra del Museo Reina Sofía, que ofrece además de cafés, infusiones, tartas y bollería, un espacio reducido pero cómodo con mesas y sillones para leer, escribir, charlar o pasar el tiempo.
El lugar es tan pequeño que al entrar uno siente cierta relación con los presentes, tanto el personal –que suele ser sólo una persona-​, como con los clientes. Desde cualquier lugar se puede escuchar la voz de todo ser presente. La interacción con los demás es inevitable. Es un buen lugar para conocer gente e intercambiar lecturas o gustos musicales.
El público es variado, tanto adultos como jóvenes.
Recomiendo ampliamente este lugar, ideal para pasar la mañana leyendo el periódico, disfrutando de una de sus deliciosas tartas, escuchando de fondo el murmuro de los demás comensales.

Hace unos años La Libre dejó de ser una librería como tal para transformarse en un café literario.
Me encanta el sitio, es pequeñito, la decoración super cuidada y tienen un montón de dulces artesanales para los golosos. Utilizan algunos productos de agricultura ecológica y por si fuera poco también colaboran con ongs que trabajan en Libia.
La zona de la librería no tiene mucho espacio, pero está bien distribuido y las ultimas veces que he ido parece que también mejor organizado. Lo mas normal es que esté hasta arriba y no puedas acomodar tu culo en uno de los estupendos sofas que tienen.
Sí, el sitio me gusta, pero para ser completamente sincera nunca he quedado satisfecha con la atención que me han dado. No se porqué pero cuando estoy alli tengo la sensación de que, para la camarera, los demás clientes siempre son más importantes que yo.

Este espacio empezó siendo, únicamente, una librería para, con el paso de los años, convertirse en un café librería en el que poder disfrutar de un buen libro mientras se come o se bebe algo y viceversa.
Es genial que los productos que se venden aquí son ecológicos y los platos caseros y que el espacio es muy acogedor e invita a pasar un rato sentada, disfrutando del agradable ambiente que se monta.
Tiene muchos detallitos esparcidos por el espacio, como unos posavasos de fieltro muy originales o unas lámparas de suelo como las que había en las casas de las abuelas. Además, puedes elegir el pan con el que te hacen las tostas o te dan los pinchos y una parte del dinero lo destinan a proyectos de cooperación internacional. Tienen otra iniciativa muy graciosa y es que puedes llevar tus libros de segunda mano y ellos te darán una parte proporcional de la venta en descuentos para usar allí.
Sobre todo me gustó que es el único lugar que conozco en el que sirven el Brunch, una comida anglosajona que mezcla el desayuno (breakfast) y la comida (lunch) por 7,50 € entre semana y 8,50 los findes y que es delicioso y sanísimo.

Un libro de Vargas Llosa. No me gusta. Pues coge otro, hay muchos. Un humus de la casa con crudités de zanahoria. Música bajita, relajante. Mesas con sillas cómodas junto a paredes de cristal estratégicamente situadas para recibir el solecito.
Si entrase por primera vez alguien que no frecuenta este tipo de sitios, quizás utilizaríà la crudité de zanahoria como marcapáginas del primer libro que cogió al azar (seguirá sin gustarle), diría a la dueña que subiese más la música que no se oye nada, y preguntaría si en vez de pan de centeno con crema de queso no podría prepararle una tostada de pan bimbo con mermelada de fresa.
No es preocupéis, este tipo de clientela con dificultad al cambio no frecuenta la Libre. Hace ocho años era sólo librería, el año pasado, con gran acierto, la reconvirtió en cafetería-​librería. Yo a veces, como decía el chiste, no sé si voy a setas o a qué voy. ¿Me pido una limonada ecológica y leo una media horita? o ¿Me pido el suculento brunch por 7 euritos, me tiro media hora comiendo y sólo leo la parte de atrás del libro?
¡Qué dilema!

Maldita, maldita sea la libre, por no dejarme salir de ella ni un momento. Pues este establecimiento me atrapa completamente.
¿Y como no iba a hacerlo si mezcla dos de las cosas que mas me gustan? La pasión por la literatura y el buen comer. Todo ello acogido bajo una atmósfera acogedora. Con un rollo muy gafapasta que dirían algunos. Pues su decoración compuesta de sofas que seguramente rescatarían de dueños desaprensivos que querrían tirarlos y colores que recuerdan a alguna serie de los ochenta da esa impresión.
Con un trato genial por parte del personal, que siempre consigue sacarme alguna sonrisa y no se como.
Ademas me encanta por que cuando solía tener que esperar horas en atocha por que a lo mejor me quedaba sin tren para volver a Sevilla, pues me iba a la libre y leia hasta reventar acompañado de uno de sus panes de centeno con algo de aceite y tomatito, por lo que la tengo hay grabada a fuego.
Ademas tiene algo que me inspira a escribir, por lo que puedo pasar allí horas sentado en uno de sus sofas con un café humeante al lado y con la única compañía de mi desgastada libreta (La pobre esta en las ultimas) que siempre me acompaña.
De echo es uno de los lugares que frecuento cuando tengo un bloqueo creativo.
Vamos que si ya me gustaba cuando era una librería, ahora ya ni os digo.