La Dominga

Esta calle tiene lugarcitos súper agradables que todos dan ganas de entrar pero este día íbamos sin rumbo queríamos almorzar algo distinto. Entramos por el menú del día. El lugar es amplio y muy bueno para grupos, la atención estuvo muy atenta. Todos nos fuimos por la ensalada, de plato principal, yo pedí un rissoto de setas y alcachofa y por último pero igual de importante un yogur griego con arándanos. Los tres platos muy ricos, las porciones perfectas. El postre no estaba mal pero me imagine algo mejor.

Buscamos y buscamos donde almorzar en Malasaña con mi grupo de la universidad, necesitábamos despejarnos de los estudios por un rato.
Llegamos a La Dominga por el menú diario que estaba afuera, estaba bastante vacío ese día así que encontramos mesa para 6 sin problemas. Nuestra moza nos comentó un poco el menú y tomó nuestra orden.
Para arrancar todos fuimos por una ensalada con brie, tomate, verdes, algo que sabía a mango pero no era (y no recuerdo el nombre). Estaba rica y era del tamaño justo para un entrante. Luego algunos pedimos escalope con patatas y otros risotto con pollo. Todo estaba delicioso y era bastante, igual dejaba espacio para el postre.
El escalope ese era lo que en Argentina llamamos milanesa, y con patatas fritas es el combo matador que todo el mundo siempre pide, me hizo sentir muy cerca de casa, así que gracias a La Dominga.
De postre yo pedí yogurt griego con frutos del bosque, estaba muy bien, no es claramente algo de otro planeta pero fue un digno final para luego seguir estudiando. Creo que todo el menú estaba a 12 €, aunque hay una opción de un solo plato y bebida a 8.
Me gustó mucho el sitio y la atención fue buena.

La relación calidad/​precio es muy buena. Probé las gyozas y la lasaña de setas y estaba todo buenísimo. Son rápidos y el ambiente es muy agradable. Sí, vale, también me he bebido media botella de vino (Habla del silencio 2013) y estoy contento… Pero, qué leches, sigo siendo objetivo!

Caímos por casualidad en este local porque nos llamó la atención al pasar por delante, ni teníamos referencias previas.
Pedimos una ensalada de pollo que resultó muy pequeña para los casi 12 € que costaba y unas bolsitas de pera que vinieron 8 por otros 11 €. El postre era un pastel de chocolate que estaba muy rico.
La sensación general fue que las raciones eran pequeñas y con una elaboracion nornalilla para el precio que tenian.
Vinos en Unilocal una promoción del 20% que el camarero no nos quiso aplicar porque decía que no la habían puesto ellos. Después de explicarle como funcionaba Unilocal y de decirle que alguien del local debía haber creado esa promoción no hubo ningún detalle en la factura. Lógicamente se quedó sin propina.
No recomiendo este restaurante aunque el sitio esta agradable y la atención es correcta, calidad /​precio es caro.

Hace una semana vine aquí, a La Dominga, llamado por la buena pinta que tenía su tapa, dentro del marco de la Feria de Tapas en Malasaña y Chueca que ha estado teniendo lugar hasta hace unos días. Un botellín de Mahou y una tapa, bastante elaborada, 2.20 €. Algo más caro que en mi Ávila natal, pero para ser Madrid no está mal.
La verdad es que he pasado multitud de veces por la Calle Espíritu Santo y siempre me había llamado la atención ese cartel que tienen en la puerta que reza «Se necesitan clientes, no es necesaria experiencia», pero hasta el otro día no había llegado a entrar.
El local es muy pequeñito y está regentado por unos argentinos que te tratan con la mejor de las sonrisas y bastante buen humor. A pesar de estar hasta arriba el día que entramos, el camarero logró encontrarnos una mesa en la que pasamos un rato muy agradable tomando botellín tras botellín.
Lo que más me sorprendió de La Dominga es su cocina. Es realmente increíble como en una cocina tan minúscula se pueden llegar a hacer las deliciosidades que nos sirvieron de pincho. Las tapas de La Dominga no son como las típicas tapas consistentes en una tosta de pan y algo por encima que te ponen en la mayoría de los locales, no, sino que llevan una mayor elaboración y la emulsión de sabores al probarla es realmente agradable. Quitando la cocina, no es un local que llame especialmente la atención, pero esas tapas me parecieron tan exquisitas que estoy deseando ir algún día a cenar.
Y… ¡ahm! Mientras estábamos tomando los botellines se sentó al lado a cenar un grupo de chicas, en el que estaba la chica más atractiva que jamás haya visto tapeando. Y no exagero. Seguro que eso hizo aún más agradable mi estancia en La Dominga. Por favor, chica rubia de metro setenta que estaba cenando con sus amigas la semana pasada en La Dominga en la mesa de al lado, si lees esta reseña… HÁZMELO SABER.

Mi relación con este restaurante comenzó muy bien y ha ido empeorando.
He ido 3 veces.
La primera entramos por curiosidad y triunfamos con sus croquetas y su carpaccio.
La segunda disfrute de una hamburguesa, pero comí unas insulsas empanadillas orientales del menú de sugerencias.
La tercera comimos unas minihamburguesas de carnes variadas (a 5 – 6 euros cada una) que no tenían absolutamente nada de especial para su precio, eran vulgares. Los pulpitos muy ricos, pero muuuuy escasos y la provoleta excesivamente salada y el reseca. Para finalizar, el tiramisu, también a 6 euros, no sabia a absolutamente nada…
Por otra parte, la atención de la camarera que nos atendió fue estupenda y muy amable.
No volveré mas.

Me habían hablado bastantes veces de La Dominga, y la verdad es que siempre que paso por la puerta del restaurante, me parece un lugar estupendo y monísimo. Así que qué mejor que un menú del día para ir a probar un poco lo que tenían que ofrecernos. Ambos empezamos por un gazpacho y luego nos separamos: yo pedí pollo thai y mi acompañante pidió una pasta.
La comida estaba bastante rica, aunque no era especialmente copiosa. La acompañamos de un tinto de verano cada uno y una frasca de agua. Cada vez valoro más que en los restaurantes te pongan una jarra de agua del grifo, que el agua de Madrid es muy buena y el agua mineral lo único que hace es generar residuos de forma claramente innecesaria.
Lo que no me gustó tanto es que los postres del menú no son caseros, y eso me apenó un poco. Hasta entonces me había gustado casi todo, pero la verdad es que con la comida que tienen, terminarla con un postre industrial me pareció una pena.

I lived in Madrid for many years and went to La Dominga frequently from 2007 – 2010. It’s a warm, inviting atmosphere, with welcoming staff, and delicious tapas and raciones. I especially liked the croquetas with boletus, the risottos, and the secreto iberico. But really, everything is good. A great place to start off your night in Malasaña.

Muy buena relación calidad/​precio en un ambiente acogedor y con un servicio atento y eficiente. La comida caserita.

Uno de los lugares a los que mucha gente se dirige buscando cenar en fin de semana y en la parte alta de Malasaña. La respuesta siempre suele ser la misma: Cuando salgan un par de mesas que están en los postres…
Cuando los habitantes de estas mesas se fueron llegamos a ellas, ubicadas en un acogedor saloncito al fondo del restaurante. Comida rica, ideal para una cena ligera. A diario también disponen de menú a 10, 90 euros.

Este pequeño establecimiento, hermano menor del gran restaurante con el mismo nombre en Chueca, en la calle Libertad, 16, se encuentra en una de las calles más concurridas de Malasaña. A pesar de que es más conocido como bar nocturno, La Dominga es para mi uno de los lugares que más frecuento los sábados por la mañana.
El local es pequeño y está casi en la esquina de la calle Espíritu Santo y calle del Marqués de Sta. Ana. Sólo tiene unas cuantas mesas y poco espacio en la barra, siempre hay gente, pero con suerte por las mañanas hay espacio disponible.
El ambiente es agradable, los camareros amables e informales.
La carta es amplia aunque por la mañana basta con un par de cafés, smoothies, tartas y ricas tostas.
Un lugar muy a gusto para comenzar la mañana, tomar algo con los amigos y continuar con la caminata mañanera.

De esos sitios en los que, si no he estado más, es porque casi siempre está lleno. El local no es muy grande, y aunque tiene un saloncito al final del pasillo, es difícil ir más allá de las diez de la noche y conseguir una mesa.
La última vez que estuve nos conformamos con unas raciones en la barra, pero no fue ni mucho menos un trauma porque cenamos bastante bien.
Cocina argentina creativa (muy bien las carnes y muy original el risotto de vieiras), y muy españoles en las tapas. Habrá que probarlo con más tiempo.