Que suculento placer que exista un sitio como kulixka. Relajarse, disfrutar y comer demaravilla. El trato natural y muy agradable. LA decoración en sus dos pequeños salones, sencilla y castiza, tauromaquia de fondo, y una pared dedicada a clientes y amigos. Pedimos sin carta, una ensalada de tomate con anchoas, y qué anchoas. Un generoso salpicón de bogavante que te preparan al instante. Las kokochas de un tamaño muy respetable y muy bien hechas. Las angulas presentadas en sartén, una experencia. Los postres son caseros, y las torrijas, un día de junio, se habían acabado. El blanco Mocén de la casa, perfecto para acompañar. Te recomiendan reservar por el limitado aforo de que disponen.