Cafetería con dos puntos fuertes: el desayuno, y que ofrece latas para llevar. Dos cosas aparentemente básicas, pero que no ofrecen ni muchísimo menos todos los locales de la zona. Una sola planta le basta para servir distintos tipos de desayunos clásicos, y entre todos el compuesto por pan tumaca, café y zumo natural es difícilmente igualable por los locales que le hacen competencia. Sus camareros son atentos, y con un trato cercano sin necesidad de fingir, conocen la realidad del barrio. En una ocasión les pedí si podía pasar mi bicicleta plegable dentro, una mañana en la que la calle Cebreros andaba muy transitada. Y lejos de ponerme cara rara el camarero, me respondió con un entrañable e irónimo, «cómo si en este barrio robaran… pasa, pasa, si yo soy de aquí». Razón de más para seguir yendo siempre que puedo para además de para tomar café, degustar algunos de sus bollos.