Instituto de Bachillerato Ciudad de los Poetas

Para algunos la época del instituto es una fase crucial en el desarrollo del individuo, cuando se asientan las bases intelectuales de lo que en un futuro será un adulto de provecho, un defensor de los derechos civiles y padre ejemplar de una docena de críos.
Fenomenal.
Para mí y para mis amigotes el instituto nos fue fetén para conocer a la gente del barrio. Muchos como yo, que veníamos de colegios privados, apenas conocíamos a los que vivían a dos manzanas de nuestras casas y, gracias al Poetas, trabamos amistades imperecederas.
Lo que más me gusta del instituto es que está muy resguardado de las miradas públicas. No se ve desde Antonio Machado, la principal arteria del barrio, de modo que la gente de fuera ni siquiera sospecha de su existencia. Así que tras esos muros ‘coloraos’, muchos hemos pasado los mejores años de nuestras vidas en familia, ajenos a esas historias de drogas y puñaladas que escuchábamos en la tele (principalemente en la serie «Compañeros»).
El nivel académico no es muy exigente, lo que no significa que te regalen los aprobados. Tendrás que esforzarte, pero no tanto como para estropearte las tardes a base de tareas. Y qué decir del gran Melchor, el eterno conserje, primera fuente de sabiduría del centro y seguramente la más fiable. O de los bocatas de Mariano, el de la cafetería, que nunca incomodó a un cliente preguntándole si tenía clase a esa hora.
Todo chapeau, incluidas las pistas de básket y fútbol, restauradas y en buen estado. En teoría solo pueden utilizarse en días lectivos pero te aseguro que si te saltas la valla y echas un partidito, contarás con la bendición de Melchor.
PD: Aunque nadie te haya avisado, el aula de Audiovisuales, y todo su equipo de edición, están disponibles para los estudiantes. Tardé 3 años en saberlo. Solo tienes que pedir la llave.