Íbamos a otro sitio a comer pero nos llamó la atención el local desde fuera, un local con grandes ventanales, tonos blancos y azules, buena disposición del espacio, mesas no muy juntas y la carta visible desde la calle ¿Por qué no se hace esto siempre? Así que nos fuimos a tomar algo a otro sitio y luego vinimos aquí a comer. Sábado a mediodía y digamos que el 60% ocupado. El personal fue amable aunque quizá un poco distraído. Pedimos las croquetas caseras de jamón con base de tomate y unos bombones de pollo al curry. La comida está bien(los bombones un poco mazacotillos) pero tardaron bastante en traer la comida. De precio bien, en consonancia con la zona de picoteo. Me queda pendiente ir a probar el brunch que por 14 euros tiene buena pinta.